28/04/2019, 22:13
Kincho asintió de "buena" gana cuando le dieron la orden. La verdad es que aunque le gustase discrepar con el hecho de que fuera a avisar a la Alcaldesa de la prisión, no se podía dar el lujo de volver a hablar. Y siendo sinceros, ¿qué otra opción tenía?
Cuando abandonó las escaleras, Kaido echó un vistazo al pasillo anterior, tratando de vislumbrar si la puerta que impedía el paso de los prisioneros en el descenso del primer piso aún seguía en pie.
—Dile a esos hijos de puta que se apuren, Muñeca.
Cuando abandonó las escaleras, Kaido echó un vistazo al pasillo anterior, tratando de vislumbrar si la puerta que impedía el paso de los prisioneros en el descenso del primer piso aún seguía en pie.
—Dile a esos hijos de puta que se apuren, Muñeca.