28/04/2019, 23:07
Lamentablemente —realmente cada paso que daban los Cabeza de Dragón lo era—. el aviso despertó en ese alguien una ira contenida. Y hablemos de ira porque, esa era uno de los pocos sentimientos con los que eras capaz de crear una masacre como la que se avecinó en el espacio común del segundo piso, donde sólo pudieron ser testigos de charcos de sangre escabulléndose por debajo de la puerta. Aunado a ello, Barba Roja ya había logrado tumbar la puerta y Kaido, incapaz de ocuparse ahora mismo de dos cosas a la vez, creó un kage bunshin que se dedicó única y exclusivamente a tocar la bocina por defecto, impidiéndoles avanzar mucho más. Apretó con fuerza, él no iba a cometer el mismo error que Saihi.
—¡¿Qué mierda está pasando, eh?! —dijo, incapaz de mantener la compostura. Pensando en cómo matar a todos esos cabrones, en especial al de la barba; sin gastar demasiado chakra.
Pero algo le decía que con eliminar a esos hombres no iba a ser suficiente. La sangre derramada tenía que ser sí o sí de los guardias. ¿Pero de cuántos? ¿habían caído los doce?
Esa mujer...
El gyojin se sintió de pronto claustrofóbico. Por un lado, hordas de prisioneros tratando de llegar a Zaide. Por el otro, la jodida Nathifa enterándose de todo. Y a su lado, con tan sólo una puerta separándoles del Uchiha, la latente posibilidad de que alguien iba a liberar a todos esos presos del segundo piso, habiéndose deshecho de los guardias. Con lo cual, estaban encerrados. Con enemigos viniendo hacia ellos en todas direcciones.
—Presiona el botón, ¡el botón! —dijo—. usa un kage bunshin y que no pare de sonar. Tendremos que matar a esa mujer, ¿lo entiendes? o los va a liberar a todos. ¡Va a liberar a Zaide! —decía, mientras la piel se le caía como gotas de agua y recuperaba, poco a poco, su verdadera identidad. También cogía de su portaobjetos una píldora y se la llevó a la boca de forma inmediata.
—¡¿Qué mierda está pasando, eh?! —dijo, incapaz de mantener la compostura. Pensando en cómo matar a todos esos cabrones, en especial al de la barba; sin gastar demasiado chakra.
Pero algo le decía que con eliminar a esos hombres no iba a ser suficiente. La sangre derramada tenía que ser sí o sí de los guardias. ¿Pero de cuántos? ¿habían caído los doce?
Esa mujer...
El gyojin se sintió de pronto claustrofóbico. Por un lado, hordas de prisioneros tratando de llegar a Zaide. Por el otro, la jodida Nathifa enterándose de todo. Y a su lado, con tan sólo una puerta separándoles del Uchiha, la latente posibilidad de que alguien iba a liberar a todos esos presos del segundo piso, habiéndose deshecho de los guardias. Con lo cual, estaban encerrados. Con enemigos viniendo hacia ellos en todas direcciones.
—Presiona el botón, ¡el botón! —dijo—. usa un kage bunshin y que no pare de sonar. Tendremos que matar a esa mujer, ¿lo entiendes? o los va a liberar a todos. ¡Va a liberar a Zaide! —decía, mientras la piel se le caía como gotas de agua y recuperaba, poco a poco, su verdadera identidad. También cogía de su portaobjetos una píldora y se la llevó a la boca de forma inmediata.