29/04/2019, 00:51
Kaido, no obstante, no estaba cerca. Al menos no al inicio.
Volvió desde su retaguardia, con una caña improvisada y unos cinco bagres recién capturados. Frente a Akame había una fogata donde ya había unos cuántos cocinados, y que les había mantenido en calor durante toda la noche.
—Aquí estoy, mujer, aquí estoy —contestó, risueño—. ¿cómo amaneces, cariño?
Volvió desde su retaguardia, con una caña improvisada y unos cinco bagres recién capturados. Frente a Akame había una fogata donde ya había unos cuántos cocinados, y que les había mantenido en calor durante toda la noche.
—Aquí estoy, mujer, aquí estoy —contestó, risueño—. ¿cómo amaneces, cariño?