29/04/2019, 01:20
Akame no dijo una palabra mientras el Tiburón cortaba el hilo que le mantenía atado al árbol, y luego abría las esposas supresoras de chakra de sus muñecas. El Uchiha se incorporó lentamente, ahogando un gruñido de dolor —tenía todo el cuerpo entumecido y le dolían los huesos por el síndrome de abstinencia, que aun daba batalla—, mientras se refregaba los ojos con el dorso de la mano derecha. Cuando Kaido le ofreció la cantimplora, Akame la tomó con gran ansia y empezó a beber como si le fuera la vida en ello. El agua fresca bajando por su garganta le produjo una sensación de indescriptible alivio; sentía que hubiese estado dos meses vagando por el desierto. Todavía se encontraba débil, pero pensó que lo peor había pasado.
Agradeció uno de los espetos que le pasaba el renegado de Amegakure con una leve inclinación de cabeza. Luego se estiró, caminó un par de vueltas y finalmente acabó posando el culo frente a Kaido, al otro lado de la hoguera. Dio el primer mordisco con sus encías y dientes aún ligeramente azules, saboreando el pescado.
—¿Esto no te cuenta como canibalismo? —preguntó, con voz ronca, tras unos momentos. Luego rió con el mismo tono ácido, divertido por su propio chiste—. Gracias.
Terminó el primer pescado con gran voracidad, a punto de comerse hasta las espinas y sin dejar ni la piel. Luego tomó otro sin esperar a ser invitado y repitió el proceso.
—Así que el País del Agua... Bueno, parece muy apropiado. ¿Todos en Dragón Rojo son tan acuáticos como tú? —preguntó desinteresadamente el Uchiha—. ¿Qué mierda haces con esa gente? Pensé que te encantaba ser el niño bonito de Amekoro Yui.
Agradeció uno de los espetos que le pasaba el renegado de Amegakure con una leve inclinación de cabeza. Luego se estiró, caminó un par de vueltas y finalmente acabó posando el culo frente a Kaido, al otro lado de la hoguera. Dio el primer mordisco con sus encías y dientes aún ligeramente azules, saboreando el pescado.
—¿Esto no te cuenta como canibalismo? —preguntó, con voz ronca, tras unos momentos. Luego rió con el mismo tono ácido, divertido por su propio chiste—. Gracias.
Terminó el primer pescado con gran voracidad, a punto de comerse hasta las espinas y sin dejar ni la piel. Luego tomó otro sin esperar a ser invitado y repitió el proceso.
—Así que el País del Agua... Bueno, parece muy apropiado. ¿Todos en Dragón Rojo son tan acuáticos como tú? —preguntó desinteresadamente el Uchiha—. ¿Qué mierda haces con esa gente? Pensé que te encantaba ser el niño bonito de Amekoro Yui.