29/04/2019, 02:23
¿Que cuál era el plan?
La verdad es que no lo había pensado.
Todo sucedió demasiado rápido. En su mente, las maquinaciones con la posible muerte del uzujin, su venganza respecto a Datsue y de su intención de devolver a Akame a su antigua gloria se suscitaron en una consecución de eventos que tan sólo dependían del momento. El qué será y los veremos no había tenido tiempo de discutirlos consigo mismo.
Pero lo cierto es que seguía pensando que Akame, en su estado más sano, sería un aditivo perfecto para sus propósitos dentro de Dragón Rojo. Los suyos y los de nadie más. Porque lo cierto es que, Sekiryu se jactaba de su hermandad como ninguna otra organización, pero ahí tenían al tatuaje: una evidente muestra de desconfianza. Si debías ganarte la lealtad de tus súbditos subyagándolos a los deseos del fuuinjutsu, es que algo estabas haciendo mal. Con lo cual, le hacía ganar enteros a la idea de que no todos allí compartían los mismos intereses, al menos no públicamente.
—No tienen por qué saber quién eres —respondió escueto, tras una sonrisa—. y a ninguno les va a importar a quiénes mantengo dentro de mi círculo de confianza de todos modos. Cada cuál es libre de hacer lo que quiera, siempre que beneficie al propósito común de la organización. En ese aspecto, la cadena de mando de Dragón Rojo está pensada para que nosotros los cabeza podamos actuar sin la necesidad de depender de los otros siete. Aunque, al final; todos nuestros intereses se alían en una única línea de acción, lo quieras o no, y eso es lo que nos mantiene andando —bebió agua y se limpió la boca con la camisa—. así que guardaremos el secreto por un tiempo, hasta que ya no haga falta ocultar tu identidad. Tampoco te beneficia que mucha gente sepa en dónde te has metido, al menos hasta que sea una certeza que las tre aldeas se han compartido la inteligencia recabada por esa zorra de Ayame.
»Cuando lleguemos a Hibakari, tendremos que buscarte un lugar para que te hospedes mientras informo los resultados de la misión de la que estuve ocupándome en el País del Viento. Te hará bien sentar cabeza y lamer tus... heridas para cuando nos pongamos manos a la obra —y si Kaido implicaba que iba a necesitar de Akame al cien por cien de sus cabales, era porque los planes de Dragón Rojo no eran precisamente moco de pavo—. de cualquier forma, necesito que me pruebes que estás conmigo, Akame. Quiero saber que entiendes perfectamente que allá no queda nada para nosotros, y que sólo podemos volver y plantar cara cuando tengamos el respaldo necesario. ¿Entiendes lo que implica todo ésto?
Implicaba que no había vuelta atrás. Que, si continuaban su camino desde ese puente; Akame se convertía en una escama de un monstruo en ciernes llamado Dragón Rojo. Que no había otro objetivo más plausible que el de ver al mundo arder.
La verdad es que no lo había pensado.
Todo sucedió demasiado rápido. En su mente, las maquinaciones con la posible muerte del uzujin, su venganza respecto a Datsue y de su intención de devolver a Akame a su antigua gloria se suscitaron en una consecución de eventos que tan sólo dependían del momento. El qué será y los veremos no había tenido tiempo de discutirlos consigo mismo.
Pero lo cierto es que seguía pensando que Akame, en su estado más sano, sería un aditivo perfecto para sus propósitos dentro de Dragón Rojo. Los suyos y los de nadie más. Porque lo cierto es que, Sekiryu se jactaba de su hermandad como ninguna otra organización, pero ahí tenían al tatuaje: una evidente muestra de desconfianza. Si debías ganarte la lealtad de tus súbditos subyagándolos a los deseos del fuuinjutsu, es que algo estabas haciendo mal. Con lo cual, le hacía ganar enteros a la idea de que no todos allí compartían los mismos intereses, al menos no públicamente.
—No tienen por qué saber quién eres —respondió escueto, tras una sonrisa—. y a ninguno les va a importar a quiénes mantengo dentro de mi círculo de confianza de todos modos. Cada cuál es libre de hacer lo que quiera, siempre que beneficie al propósito común de la organización. En ese aspecto, la cadena de mando de Dragón Rojo está pensada para que nosotros los cabeza podamos actuar sin la necesidad de depender de los otros siete. Aunque, al final; todos nuestros intereses se alían en una única línea de acción, lo quieras o no, y eso es lo que nos mantiene andando —bebió agua y se limpió la boca con la camisa—. así que guardaremos el secreto por un tiempo, hasta que ya no haga falta ocultar tu identidad. Tampoco te beneficia que mucha gente sepa en dónde te has metido, al menos hasta que sea una certeza que las tre aldeas se han compartido la inteligencia recabada por esa zorra de Ayame.
»Cuando lleguemos a Hibakari, tendremos que buscarte un lugar para que te hospedes mientras informo los resultados de la misión de la que estuve ocupándome en el País del Viento. Te hará bien sentar cabeza y lamer tus... heridas para cuando nos pongamos manos a la obra —y si Kaido implicaba que iba a necesitar de Akame al cien por cien de sus cabales, era porque los planes de Dragón Rojo no eran precisamente moco de pavo—. de cualquier forma, necesito que me pruebes que estás conmigo, Akame. Quiero saber que entiendes perfectamente que allá no queda nada para nosotros, y que sólo podemos volver y plantar cara cuando tengamos el respaldo necesario. ¿Entiendes lo que implica todo ésto?
Implicaba que no había vuelta atrás. Que, si continuaban su camino desde ese puente; Akame se convertía en una escama de un monstruo en ciernes llamado Dragón Rojo. Que no había otro objetivo más plausible que el de ver al mundo arder.