5/05/2019, 00:00
Y así, señores, es como se manda todo a la mierda.
¿La bocina que tanto se empeñaban en destruir los presos? Fuera.
¿Los propios presos del pasillo? Fuera.
¿Los problemitas con el guardia pesado? Fuera.
El mar era bravo pero justo, y no hacía diferencias con nadie. Ni siquiera con Muñeca, que se vio arrastrada por la fuerte corriente que inundó el segundo piso. Parte del muro del pasillo, que soportó la potente ola y su caída, rompió por la presión. Dos celdas se vieron de pronto abiertas, y cuatro ninjas nadaron fuera de ellas.
Uno tenía los ojos de un Hyuuga.
Otro era blanco como la nieve.
Las otras dos eran gemelas, dos mujeres que se afanaban en mantenerse a flote.
El agua llegaba casi hasta el techo, sin espacio para ponerse de pie sobre la superficie.
—¡Kaido-kun! ¡Kaido-kun! —gritaba Muñeca desde el comedor—. ¡Nos han jodido con un Suiton! —anunciaba, ignorante.
Escaleras abajo, la puerta había sido cerrada por el súbito oleaje, conteniendo el agua e impidiendo que se vaciase. Tres personas surgieron de ellas. Las que estaban subiendo cuando Kaido hizo lo que hizo. Una era una mujer, de unos cuarenta años, pelo pelirrojo y recogido en un moño, y sacudiendo los brazos con rabia para mantenerse a flote.
Los otros dos parecían zombies a su lado. Expresión vacía, dos kanjis iluminándole la frente: 奴隷. Esclavo. O sirviente, según la interpretación. Uno tenía los ojos blancos de un Hyuuga. El otro castaños.
—¡Matadlos! ¡Matadlos a todos! ¡Ratas! ¡Puercos! ¡Vais a servirme por el resto de la eternidad! —chillaba la mujer, fuera de sí.
¿La bocina que tanto se empeñaban en destruir los presos? Fuera.
¿Los propios presos del pasillo? Fuera.
¿Los problemitas con el guardia pesado? Fuera.
El mar era bravo pero justo, y no hacía diferencias con nadie. Ni siquiera con Muñeca, que se vio arrastrada por la fuerte corriente que inundó el segundo piso. Parte del muro del pasillo, que soportó la potente ola y su caída, rompió por la presión. Dos celdas se vieron de pronto abiertas, y cuatro ninjas nadaron fuera de ellas.
Uno tenía los ojos de un Hyuuga.
Otro era blanco como la nieve.
Las otras dos eran gemelas, dos mujeres que se afanaban en mantenerse a flote.
El agua llegaba casi hasta el techo, sin espacio para ponerse de pie sobre la superficie.
—¡Kaido-kun! ¡Kaido-kun! —gritaba Muñeca desde el comedor—. ¡Nos han jodido con un Suiton! —anunciaba, ignorante.
Escaleras abajo, la puerta había sido cerrada por el súbito oleaje, conteniendo el agua e impidiendo que se vaciase. Tres personas surgieron de ellas. Las que estaban subiendo cuando Kaido hizo lo que hizo. Una era una mujer, de unos cuarenta años, pelo pelirrojo y recogido en un moño, y sacudiendo los brazos con rabia para mantenerse a flote.
Los otros dos parecían zombies a su lado. Expresión vacía, dos kanjis iluminándole la frente: 奴隷. Esclavo. O sirviente, según la interpretación. Uno tenía los ojos blancos de un Hyuuga. El otro castaños.
—¡Matadlos! ¡Matadlos a todos! ¡Ratas! ¡Puercos! ¡Vais a servirme por el resto de la eternidad! —chillaba la mujer, fuera de sí.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado