5/05/2019, 00:36
Kaido torció la mirada hacia Akame. A ese hombre con vendas, y aquellas pintas de criminal del viejo japón feudal, mirándoles con aquellos ojos de penumbra que en cualquier momento se inundaban de la sangre de sus enemigos.
Sonrió, divertido. Akame entendería porqué.
—Kano-san, ¿acaso dudas de mis amistades? Suzaku es mi mano derecha. Puedes hablar con tranquilidad, aunque... yo también voy a necesitar un favor, y me temo que no tienes muchas opciones más que decir que sí.
Un viejo amigo, y todo lo que quieras.
Pero en la vida de un criminal, todo era un ojo por ojo, un diente por diente. Toma, y dame. Así de sencilla es la vida cuando tienes un objetivo claro en el horizonte.
Sonrió, divertido. Akame entendería porqué.
—Kano-san, ¿acaso dudas de mis amistades? Suzaku es mi mano derecha. Puedes hablar con tranquilidad, aunque... yo también voy a necesitar un favor, y me temo que no tienes muchas opciones más que decir que sí.
Un viejo amigo, y todo lo que quieras.
Pero en la vida de un criminal, todo era un ojo por ojo, un diente por diente. Toma, y dame. Así de sencilla es la vida cuando tienes un objetivo claro en el horizonte.