8/05/2019, 20:37
Tras su épica gesta encendiéndose el tabaco, Akame devolvió con el mismo pulso débil la cajetilla a uno de los bolsillos interiores de su yukata. Fumaba con tanta ansiedad que parecía que fuese a ahogarse en cualquier momento, pero aun así consiguió aguantar el tipo. Miraba a Kaido y a Shaneji de forma alternativa según hablaba cada uno, sin aguantarles la mirada mucho tiempo; todavía no las tenía todas consigo. «Kaido parece bastante amigo de este perturbado, y aun así, supuestamente confía en mí. Esto es complicado...» Akame se sentía, en ese momento, como un pez frente a dos escualos. Sabía que no podía relajarse ni un instante, so pena de ser devorado por los voraces depredadores.
Cuando Shaneji insinuó que el Uchiha estaba temblando de miedo, éste no dijo nada. Se limitó a permanecer cuanto más indiferente fue capaz, como si todo aquello no fuera con él. Era una actitud conservadora, a la espera de averiguar más detalles sobre aquel recién entrado en escena que parecía un tiburón puesto de anfetaminas. Sin embargo, cuando el Hōzuki cambió el rumbo de sus insinuaciones hacia costas más riesgosas... Akame entrecerró los ojos con gesto molesto. Sin embargo, pronto un característico movimiento del barco bajo sus pies le indicó que zarpaban; tuvo que contener un suspiro aliviado. Cuanto más lejos estuvieran de la costa, mejor, sobretodo si su destino era Mizu no Kuni; un país lo suficientemente remoto y aislado como para reducir considerablemente las opciones de acabar siendo apuñalado por algún ANBU en mitad de la noche. O eso pensaba Akame.
El Uchiha se apoyó en el canto de la puerta para intentar disimular sus temblores. Con la mano diestra se quitó el cigarrillo de la boca. Se debtía entre mostrarse sumiso y obediente, mamando las burlas de Shaneji con tal de no hacer saltar todo por los aires, o darle al primo de Kaido una probada de su propia medicina. «Si la cago, puede que no haya vuelta atrás. ¿Podría esperar que Kaido medie si la situación se descontrola?» Ahí estaba la clave. Akame le lanzó un largo vistazo a su viejo conocido y luego se volvió hacia Shaneji.
—Es sólo que tengo alergia a los gilipollas —contestó finalmente, con tanta calma que parecía que estuviese hablando con un niño y no con un peligroso criminal—. ¿Vas a seguir tocándome los huevos o me vas a ofrecer un buen camarote y una cama? El camino ha sido largo, tengo los pies como dos carpetas.
Cuando Shaneji insinuó que el Uchiha estaba temblando de miedo, éste no dijo nada. Se limitó a permanecer cuanto más indiferente fue capaz, como si todo aquello no fuera con él. Era una actitud conservadora, a la espera de averiguar más detalles sobre aquel recién entrado en escena que parecía un tiburón puesto de anfetaminas. Sin embargo, cuando el Hōzuki cambió el rumbo de sus insinuaciones hacia costas más riesgosas... Akame entrecerró los ojos con gesto molesto. Sin embargo, pronto un característico movimiento del barco bajo sus pies le indicó que zarpaban; tuvo que contener un suspiro aliviado. Cuanto más lejos estuvieran de la costa, mejor, sobretodo si su destino era Mizu no Kuni; un país lo suficientemente remoto y aislado como para reducir considerablemente las opciones de acabar siendo apuñalado por algún ANBU en mitad de la noche. O eso pensaba Akame.
El Uchiha se apoyó en el canto de la puerta para intentar disimular sus temblores. Con la mano diestra se quitó el cigarrillo de la boca. Se debtía entre mostrarse sumiso y obediente, mamando las burlas de Shaneji con tal de no hacer saltar todo por los aires, o darle al primo de Kaido una probada de su propia medicina. «Si la cago, puede que no haya vuelta atrás. ¿Podría esperar que Kaido medie si la situación se descontrola?» Ahí estaba la clave. Akame le lanzó un largo vistazo a su viejo conocido y luego se volvió hacia Shaneji.
—Es sólo que tengo alergia a los gilipollas —contestó finalmente, con tanta calma que parecía que estuviese hablando con un niño y no con un peligroso criminal—. ¿Vas a seguir tocándome los huevos o me vas a ofrecer un buen camarote y una cama? El camino ha sido largo, tengo los pies como dos carpetas.