14/05/2019, 20:19
(Última modificación: 14/05/2019, 20:34 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Akame miró alternativamente a Kaido y a Shaneji. Los dos Hōzuki que tenía enfrente, y cuyas miradas no le transmitían sino el ansia de un depredador. La del primero, más astuta pero igualmente peligrosa; la del segundo, sedienta de sangre. El Uchiha estaba empeorando la situación con sus palabras, de eso no había duda, ¿y por qué motivo? ¿Tal vez estaba queriendo comprobar si el Tiburón de Amegakure se pondría en medio para protegerle, para detener a su loco primo? ¿O había otra razón? Por un momento la duda asomó en los ojos de Shaneji, y Akame creyó que la disputa había terminado. No se permitió suspirar de alivio todavía...
Y por una buena razón. Haciendo caso omiso de las palabras del otro Cabeza de Dragón, de la integridad estructural de Baratie, y de lo que era mejor para Sekiryuu, Shaneji arremetió de nuevo. Akame se metió las manos en sus dos portaobjetos mientras le sostenía la mirada al Hōzuki, expectante. Cuando las manos de su enemigo formaron un sello, el Uchiha supo que tenía que actuar.
«¿¡Va a usar Ninjutsu aquí dentro!? ¡Este desgraciado nos quiere matar a todos!»
Con un tremendo crujido, las tablas del casco del barco se reomperían ante la fuerza del agua. Y luego las del propio camarote. Astillas de madera volarían en todas direcciones como letales agujas justo antes de que el Suigadan de Shaneji impactase en Akame y le destrozase el torso...
O no. Porque, en la realidad, Kaido podría observar que por unos breves instantes ambos se habían quedado quietos como estatuas. Tan sólo por unos segundos, Akame y Shaneji se mantendrían la mirada, expectantes. El Uchiha con un objeto agarrado con su mano diestra, envuelto en su puño. El Hōzuki con aquel sello formado, pero sin que ninguna técnica llegara a manifestarse. Las aspas del Sharingan giraban como un molinillo de viento.
Dentro del Genjutsu de Akame, todo sucedería rápidamente. Shaneji trataría de ejecutar su técnica, pero de su espalda surgiría un clon de Akame que trataría de agarrarle ambos brazos, apresándole como una trampa para osos. El verdadero Uchiha formaría el sello del Kage Bunshin y formaría un clon que inmediatamente desaparecería con un movimiento instantáneo para atacar el flanco derecho de Shaneji, buscando dividir su atención.
Entonces el Genjutsu se rompería, justo en el momento para que Akame —el verdadero— lanzase contra el suelo, delante de Shaneji, el objeto que llevaba en la mano para luego cerrar los ojos brevemente. Un repentino estallido de luz inundó la estancia, potencialmente cegando a los presentes —con la salvedad del renegado de Uzu—.
Cualquier ninja podía preveer que tras una bomba de luz o sonido se veía una ofensiva enemiga. Era de primero de Academia. Shaneji, como criminal cabrón y miembro de Dragón Rojo que era, de seguro estaría al tanto de esto. En una situación así, por tanto, lo que cualquier ninja juicioso haría sería preparar su defensa. Si tenías la fortuna de pertenecer al clan Hōzuki y gozar de sus técnicas secretas, tenías una vía de escape realmente buena; licuarte. Volverte tan voluble como el agua y dejar que cualquier ataque pasara a través de ti. Akame lo sabía; se había enfrentado a los miembros de la familia de la Lámpara Demoníaca varias veces en su anterior vida. Algunos incluso habían llegado a desarrollar un instinto tan agudo que eran capaces de activar su jutsu de protección casi de forma instintiva. Y eso era precisamente con lo que el joven Uchiha estaba intentando engañar a Shaneji.
¿Por qué de la distracción? ¿Por qué del Genjutsu? Simple. Akame quería que Shaneji utilizara a la desesperada su jutsu de agua por una sencilla razón...
El Uchiha había avanzado un paso rápido para recortar la distancia que le separaba de Shaneji a unos escasos dos metros. Concentró chakra en sus manos y les dio una forma muy específica. Una forma vibrante, espinosa, electrizante.
Dos haces de puro chakra eléctrico volaron a bocajarro contra Shaneji, buscando estamparse directamente en su torso. Si la arriesgada apuesta del Uchiha había salido ganadora, el Hōzuki se llevaría una descarga brutal como consecuencia.
Y por una buena razón. Haciendo caso omiso de las palabras del otro Cabeza de Dragón, de la integridad estructural de Baratie, y de lo que era mejor para Sekiryuu, Shaneji arremetió de nuevo. Akame se metió las manos en sus dos portaobjetos mientras le sostenía la mirada al Hōzuki, expectante. Cuando las manos de su enemigo formaron un sello, el Uchiha supo que tenía que actuar.
«¿¡Va a usar Ninjutsu aquí dentro!? ¡Este desgraciado nos quiere matar a todos!»
Con un tremendo crujido, las tablas del casco del barco se reomperían ante la fuerza del agua. Y luego las del propio camarote. Astillas de madera volarían en todas direcciones como letales agujas justo antes de que el Suigadan de Shaneji impactase en Akame y le destrozase el torso...
O no. Porque, en la realidad, Kaido podría observar que por unos breves instantes ambos se habían quedado quietos como estatuas. Tan sólo por unos segundos, Akame y Shaneji se mantendrían la mirada, expectantes. El Uchiha con un objeto agarrado con su mano diestra, envuelto en su puño. El Hōzuki con aquel sello formado, pero sin que ninguna técnica llegara a manifestarse. Las aspas del Sharingan giraban como un molinillo de viento.
Dentro del Genjutsu de Akame, todo sucedería rápidamente. Shaneji trataría de ejecutar su técnica, pero de su espalda surgiría un clon de Akame que trataría de agarrarle ambos brazos, apresándole como una trampa para osos. El verdadero Uchiha formaría el sello del Kage Bunshin y formaría un clon que inmediatamente desaparecería con un movimiento instantáneo para atacar el flanco derecho de Shaneji, buscando dividir su atención.
¡Pop!
Entonces el Genjutsu se rompería, justo en el momento para que Akame —el verdadero— lanzase contra el suelo, delante de Shaneji, el objeto que llevaba en la mano para luego cerrar los ojos brevemente. Un repentino estallido de luz inundó la estancia, potencialmente cegando a los presentes —con la salvedad del renegado de Uzu—.
Cualquier ninja podía preveer que tras una bomba de luz o sonido se veía una ofensiva enemiga. Era de primero de Academia. Shaneji, como criminal cabrón y miembro de Dragón Rojo que era, de seguro estaría al tanto de esto. En una situación así, por tanto, lo que cualquier ninja juicioso haría sería preparar su defensa. Si tenías la fortuna de pertenecer al clan Hōzuki y gozar de sus técnicas secretas, tenías una vía de escape realmente buena; licuarte. Volverte tan voluble como el agua y dejar que cualquier ataque pasara a través de ti. Akame lo sabía; se había enfrentado a los miembros de la familia de la Lámpara Demoníaca varias veces en su anterior vida. Algunos incluso habían llegado a desarrollar un instinto tan agudo que eran capaces de activar su jutsu de protección casi de forma instintiva. Y eso era precisamente con lo que el joven Uchiha estaba intentando engañar a Shaneji.
¿Por qué de la distracción? ¿Por qué del Genjutsu? Simple. Akame quería que Shaneji utilizara a la desesperada su jutsu de agua por una sencilla razón...
Palmada. Mono.
El Uchiha había avanzado un paso rápido para recortar la distancia que le separaba de Shaneji a unos escasos dos metros. Concentró chakra en sus manos y les dio una forma muy específica. Una forma vibrante, espinosa, electrizante.
«¡Raiton! ¡Hebi Mikazuchi!»
Dos haces de puro chakra eléctrico volaron a bocajarro contra Shaneji, buscando estamparse directamente en su torso. Si la arriesgada apuesta del Uchiha había salido ganadora, el Hōzuki se llevaría una descarga brutal como consecuencia.