18/05/2019, 19:38
Alguna vez, antes de partir al País del Viento, Kaido llegó a dudar de su decisión, aquella que le llevó a postergar el encuentro con su destino —ofrecido por el mismísimo Daseru—. para poder infiltrarse en Dragón Rojo. Entonces, aquella decisión la había tomado por Amekoro Yui. Pero, hoy por hoy, esa lealtad no existía, y aunque quisiera negarlo, nunca dejó de pensar en lo que sería conocer al Rey del océano. Shaneji se lo había prometido, pero los acontecimientos habían impedido que la cumpliera.
Ahora, sin ataduras, y con un largo camino hasta el País del Agua... su Hermano haría honor al trato nacido entre sal y agua.
Protegidos por la envergadura de la oscuridad, ya en mar adentro, Shaneji se dejó abrazar por el mar y realizó los movimientos característicos para realizar una invocación. Kaido no se quedó atrás, y sin miedo alguno, se arrojó sobre las olas, cubriendo sus pies de chakra, y navegando los intensos oleales que iba dejando el casco de Baratie, mientras continuaba su avance.
La sangre atrajo entonces a una figura familia. A ese enorme tiburón de ojos diminutos que, hace un par de meses, estuvo dispuesto a matarle por darle la espalda. ¿Iba a intentarlo de nuevo?
Umikiba Kaido, el hombre destinado a conocer a Daseru algún día, dio un paso. Luego otro. Y finalmente...
cayó al agua, dejándose empapar con su gracia.
—Estoy listo, Daseru.
Ahora, sin ataduras, y con un largo camino hasta el País del Agua... su Hermano haría honor al trato nacido entre sal y agua.
. . .
Protegidos por la envergadura de la oscuridad, ya en mar adentro, Shaneji se dejó abrazar por el mar y realizó los movimientos característicos para realizar una invocación. Kaido no se quedó atrás, y sin miedo alguno, se arrojó sobre las olas, cubriendo sus pies de chakra, y navegando los intensos oleales que iba dejando el casco de Baratie, mientras continuaba su avance.
La sangre atrajo entonces a una figura familia. A ese enorme tiburón de ojos diminutos que, hace un par de meses, estuvo dispuesto a matarle por darle la espalda. ¿Iba a intentarlo de nuevo?
Umikiba Kaido, el hombre destinado a conocer a Daseru algún día, dio un paso. Luego otro. Y finalmente...
cayó al agua, dejándose empapar con su gracia.
—Estoy listo, Daseru.