19/05/2019, 22:57
«¿Tres días? ¡Me cago en todo, es una puta eternidad!»
Para alguien sin un rumbo claro, Akame parecía tener mucha prisa por llegar a Hibakari pero, en realidad, lo que le apremiaba era alejarse de las aguas del País de la Espiral. Ni siquiera sabía lo que le aguardaba una vez volvieran a pisar tierra, pues ya había conocido a un Cabeza de Dragón y la relación no había empezado precisamente con buen pie. Sin embargo, ¿qué otra cosa podía hacer, sino dejarse arrastrar por Kaido como un madero a la deriva? «Y hablando de Kaido...»
—Koshuru-san —el Uchiha interpeló al jefe de los marineros—. ¿Dónde está el Tiburón? Y no me refiero a Shaneji, sino al otro. No le veo por aquí.
¿Su principal y único benefactor, poniendo pies en polvorosa después de la escenita de la pasada noche? Akame no sabía si aquello era un golpe de suerte o de desgracia. «Shaneji...» Su mirada se volvió dura y casi maligna durante un instante, mientras subían a cubierta, pero rápidamente las voces de una disputa en ciernes le sacaron de sus pensamientos. «¿Eh?» El Uchiha trató de echar la mirada al otro lado del mástil, curioso.
Para alguien sin un rumbo claro, Akame parecía tener mucha prisa por llegar a Hibakari pero, en realidad, lo que le apremiaba era alejarse de las aguas del País de la Espiral. Ni siquiera sabía lo que le aguardaba una vez volvieran a pisar tierra, pues ya había conocido a un Cabeza de Dragón y la relación no había empezado precisamente con buen pie. Sin embargo, ¿qué otra cosa podía hacer, sino dejarse arrastrar por Kaido como un madero a la deriva? «Y hablando de Kaido...»
—Koshuru-san —el Uchiha interpeló al jefe de los marineros—. ¿Dónde está el Tiburón? Y no me refiero a Shaneji, sino al otro. No le veo por aquí.
¿Su principal y único benefactor, poniendo pies en polvorosa después de la escenita de la pasada noche? Akame no sabía si aquello era un golpe de suerte o de desgracia. «Shaneji...» Su mirada se volvió dura y casi maligna durante un instante, mientras subían a cubierta, pero rápidamente las voces de una disputa en ciernes le sacaron de sus pensamientos. «¿Eh?» El Uchiha trató de echar la mirada al otro lado del mástil, curioso.