20/05/2019, 00:55
«Su propio horario, ¿eh? Interesante...»
Akame no tuvo tiempo de preguntar más sobre los dos Cabezas de Dragón cuando vio a aquel tipo regordete e hiperactivo que les había saludado la noche anterior, en el muelle antes de subir al barco. «Shenfu Kano», recordó. Hablaba con una mujer que parecía ser la cocinera y, a juzgar por sus expresiones, el Uchiha dedujo que no se trataba de un tema agradable para el antiguo propietario de Baratie. El propio Kano lo confirmó cuando, tras acercarse a las mesas de los marineros, le comunicó a Koshuru que...
«¿Parte de la mercancía ha desaparecido?»
Instintivamente, el Uchiha lanzó una mirada a su alrededor, escudriñando los rostros de los marineros como si pudiera ver en ellos la verdad. «Vaya vaya, esto sí es interesante», se dijo. «Podría apostar la mano derecha a que cualquiera de estos desgraciados sería capaz de robarla, pero, ¿por qué mientras estamos en travesía? Es estúpido, no podrían sacarla del barco. Y temen demasiado a Shaneji y a Kaido como para arriesgarse a que les encuentren un bolsón de omoide bajo los calzones. ¿Entonces...?»
El renegado miró a Shenfu Kano con ojos insondables. Su expresión lucía una calma mortecina, como si su corazón hubiese dejado de latir.
—Kano —le llamó—. Koshuru, hablemos.
Akame se puso en pie e invitó al gordo a alejarse de la mesa, lo suficiente como para que la conversación gozase de cierta privacidad. Esperó a que el jefe hiciera lo propio y sólo entonces habló con voz queda.
—Intuyo que si Shaneji o Kaido se enteran de esto, no va a ser bonito para ninguno de vosotros dos. —disparó, sin miramientos—. Como creo que os gustaría seguir viviendo, parece que soy vuestra mejor opción para resolver este marrón antes de que la mierda llegue al ventilador y acabéis todos pringados. Pero... Me vais a deber una. Y de las gordas.
Akame no tuvo tiempo de preguntar más sobre los dos Cabezas de Dragón cuando vio a aquel tipo regordete e hiperactivo que les había saludado la noche anterior, en el muelle antes de subir al barco. «Shenfu Kano», recordó. Hablaba con una mujer que parecía ser la cocinera y, a juzgar por sus expresiones, el Uchiha dedujo que no se trataba de un tema agradable para el antiguo propietario de Baratie. El propio Kano lo confirmó cuando, tras acercarse a las mesas de los marineros, le comunicó a Koshuru que...
«¿Parte de la mercancía ha desaparecido?»
Instintivamente, el Uchiha lanzó una mirada a su alrededor, escudriñando los rostros de los marineros como si pudiera ver en ellos la verdad. «Vaya vaya, esto sí es interesante», se dijo. «Podría apostar la mano derecha a que cualquiera de estos desgraciados sería capaz de robarla, pero, ¿por qué mientras estamos en travesía? Es estúpido, no podrían sacarla del barco. Y temen demasiado a Shaneji y a Kaido como para arriesgarse a que les encuentren un bolsón de omoide bajo los calzones. ¿Entonces...?»
El renegado miró a Shenfu Kano con ojos insondables. Su expresión lucía una calma mortecina, como si su corazón hubiese dejado de latir.
—Kano —le llamó—. Koshuru, hablemos.
Akame se puso en pie e invitó al gordo a alejarse de la mesa, lo suficiente como para que la conversación gozase de cierta privacidad. Esperó a que el jefe hiciera lo propio y sólo entonces habló con voz queda.
—Intuyo que si Shaneji o Kaido se enteran de esto, no va a ser bonito para ninguno de vosotros dos. —disparó, sin miramientos—. Como creo que os gustaría seguir viviendo, parece que soy vuestra mejor opción para resolver este marrón antes de que la mierda llegue al ventilador y acabéis todos pringados. Pero... Me vais a deber una. Y de las gordas.