20/05/2019, 01:24
El Fénix ni se inmutó cuando advirtió alguna que otra mirada de desconfianza. «Un tipo sospechoso aparece en mitad de la noche para montarse en el barco y al poco rato desaparece parte de la mercancía, joder, yo también recelaría de mí.»
Luego atendió a las palabras de Koshuru. «Dos horas... No es mucho. Voy a tener que ser más rápido que exahustivo, y eso puede llegar a suponer un problema.» De tener todo el tiempo del mundo, Akame simplemente habría optado por interrogar a todos y cada uno de aquellos desgraciados, turno por turno, hasta averiguar la verdad. Pero corriendo contra el reloj, aquello no era una opción. En su lugar, debía sacar a relucir las habilidades por las que en su anterior vida se hiciera famoso... Y que ahora iban a resultarle útiles. Encontrar un extremo de la madeja, tirar del hilo y llegar hasta el premio. ¿Y todo por ayudar a unos traficantes de magia azul? Ah no, ni muchísimo menos...
«Vamos allá.»
Miró a Shenfu Kano.
—Dime exactamente qué te ha contado la cocinera.
Luego se volteó hacia el jefe de los marineros.
—La mercancía estaba en la bodega. ¿Cómo demonios va a ver nada un tipo en el mástil? —replicó, pero luego negó con la cabeza, suspirando—. Como sea, encuéntralo y tráelo ante mí. Yo voy a la bodega.
Luego atendió a las palabras de Koshuru. «Dos horas... No es mucho. Voy a tener que ser más rápido que exahustivo, y eso puede llegar a suponer un problema.» De tener todo el tiempo del mundo, Akame simplemente habría optado por interrogar a todos y cada uno de aquellos desgraciados, turno por turno, hasta averiguar la verdad. Pero corriendo contra el reloj, aquello no era una opción. En su lugar, debía sacar a relucir las habilidades por las que en su anterior vida se hiciera famoso... Y que ahora iban a resultarle útiles. Encontrar un extremo de la madeja, tirar del hilo y llegar hasta el premio. ¿Y todo por ayudar a unos traficantes de magia azul? Ah no, ni muchísimo menos...
«Vamos allá.»
Miró a Shenfu Kano.
—Dime exactamente qué te ha contado la cocinera.
Luego se volteó hacia el jefe de los marineros.
—La mercancía estaba en la bodega. ¿Cómo demonios va a ver nada un tipo en el mástil? —replicó, pero luego negó con la cabeza, suspirando—. Como sea, encuéntralo y tráelo ante mí. Yo voy a la bodega.