20/05/2019, 12:29
«Meh, este gordo estúpido nos ha enmarronado con un problema que ni siquiera es tal. ¿A quién demonios le va a importar que se hayan llevado el ron?» Akame no podía evitar sentirse ligeramente decepcionado. Sin embargo, quería resolver el asunto; al menos así tendría entretenimiento hasta que llegaran a Hibakari. Tres días a bordo del barco rodeado exclusivamente de lobos de mar poco de fiar y un par de tiburones hambrientos no era una perspectiva precisamente alentadora. «¿"No les ponía cara de traidores"? Por los cuernos de Susano'o, este tipo es imbécil. Probablemente viaja con los rufianes más traicioneros de todo el Mar Central.» El Uchiha suspiró.
—¿Entonces a qué viene tanto revuelo, Kano-san? Seguramente alguno de estos bribones se llevó una botella para empinársela a gusto anoche. ¿Cuál es el maldito problema? —inquirió Akame, cruzándose de brazos—. Por un momento me has hecho creer que había desaparecido el omoide, joder.
Luego el renegado examinó la escena del crimen. Para su desgracia, la esposa de Kano ya se había encargado de destruir cuanta evidencia pudiera quedar, de modo que Akame se limitó a buscar en la zona que parecía intacta; las estanterías. «Faltan las del centro, y los baldes más bajos... ¿Acaso el ladrón no llegaba a las de más arriba?» Examinó más de cerca la estantería, concretamente los baldes donde faltaban botellas. «Si mi hipótesis es correcta y el barril se rompió por accidente, tal vez el ladrón quedase pringado de ron...» Con aquel pensamiento en mente, Akame comprobó si había manchas del pegajoso y dulzón alcohol en las tablas de la estantería.
—¿Entonces a qué viene tanto revuelo, Kano-san? Seguramente alguno de estos bribones se llevó una botella para empinársela a gusto anoche. ¿Cuál es el maldito problema? —inquirió Akame, cruzándose de brazos—. Por un momento me has hecho creer que había desaparecido el omoide, joder.
Luego el renegado examinó la escena del crimen. Para su desgracia, la esposa de Kano ya se había encargado de destruir cuanta evidencia pudiera quedar, de modo que Akame se limitó a buscar en la zona que parecía intacta; las estanterías. «Faltan las del centro, y los baldes más bajos... ¿Acaso el ladrón no llegaba a las de más arriba?» Examinó más de cerca la estantería, concretamente los baldes donde faltaban botellas. «Si mi hipótesis es correcta y el barril se rompió por accidente, tal vez el ladrón quedase pringado de ron...» Con aquel pensamiento en mente, Akame comprobó si había manchas del pegajoso y dulzón alcohol en las tablas de la estantería.