21/05/2019, 00:21
Aunque al ver a Datsue el encargado de la recepción mostró poco más que apatía, no tuvo problema en darles paso, despachándolos con relativa rapidez.
Hanabi tampoco tuvo problemas en atenderles, y parecía bastante animado. Les pidió pasar canturreando. Lo que no esperaba nuestro querido Uzukage era encontrarse de nuevo, y acompañado por Datsue nada menos, al mismo genin —civil— que había dejado la bandana en su despacho...
...¿hacía un mes? ¿Más de un mes, quizás? Durante las dos primeras semanas siguientes, Hanabi había esperado su regreso, paciente. Había estado seguro de que el muchacho volvería, y él trataría de nuevo de ayudarlo, le daría la bandana... Pero había perdido toda esperanza a medida que habían pasado los días. Y sin embargo...
Visiblemente sorprendido, y también contento, Hanabi acarició la madera de su cajón, donde sí esperaba paciente la bandana del ninja samurai. Ella había sido más fiel, porque las bandanas y los ninjas son los compañeros más fieles de Oonindo. Y aún así, Hanabi sí había mantenido una brizna de esperanza. Porque allí la guardaba.
Claro que, no estaba seguro de que Reiji estuviera en el despacho para recuperar su bandana. Retiró despacio la mano de su cajón y se levantó, cogiéndose las manos tras la espalda. Miró a Datsue, miró a Reiji.
—Cualquiera de los dos podría haber venido a mi despacho —dijo—. Pero... ¡vaya! No viene Reiji. No viene Datsue. Vienen Reiji y Datsue.
»Sólo eso hace que tenga mucha, mucha curiosidad por vuestros motivos. ¿Qué os trae por mi despacho, chicos? No os veo mala cara, así que —espero— supongo que no ha pasado nada malo.
Si Reiji estaba allí para lo que creía que estaba allí, no obstante, no habría podido llegar en mejor momento. Justo un día antes de que fuese... demasiado tarde.
Hanabi tampoco tuvo problemas en atenderles, y parecía bastante animado. Les pidió pasar canturreando. Lo que no esperaba nuestro querido Uzukage era encontrarse de nuevo, y acompañado por Datsue nada menos, al mismo genin —civil— que había dejado la bandana en su despacho...
...¿hacía un mes? ¿Más de un mes, quizás? Durante las dos primeras semanas siguientes, Hanabi había esperado su regreso, paciente. Había estado seguro de que el muchacho volvería, y él trataría de nuevo de ayudarlo, le daría la bandana... Pero había perdido toda esperanza a medida que habían pasado los días. Y sin embargo...
Visiblemente sorprendido, y también contento, Hanabi acarició la madera de su cajón, donde sí esperaba paciente la bandana del ninja samurai. Ella había sido más fiel, porque las bandanas y los ninjas son los compañeros más fieles de Oonindo. Y aún así, Hanabi sí había mantenido una brizna de esperanza. Porque allí la guardaba.
Claro que, no estaba seguro de que Reiji estuviera en el despacho para recuperar su bandana. Retiró despacio la mano de su cajón y se levantó, cogiéndose las manos tras la espalda. Miró a Datsue, miró a Reiji.
—Cualquiera de los dos podría haber venido a mi despacho —dijo—. Pero... ¡vaya! No viene Reiji. No viene Datsue. Vienen Reiji y Datsue.
»Sólo eso hace que tenga mucha, mucha curiosidad por vuestros motivos. ¿Qué os trae por mi despacho, chicos? No os veo mala cara, así que —espero— supongo que no ha pasado nada malo.
Si Reiji estaba allí para lo que creía que estaba allí, no obstante, no habría podido llegar en mejor momento. Justo un día antes de que fuese... demasiado tarde.