21/05/2019, 01:30
Datsue no respondió a mi pregunta. Estaba claro que aquel tema le incomodaba, por lo que había hecho bien en cambiarlo.
No tardamos mucho en alcanzar la entrada del Edificio, y Datsue no tardo en adelantarse unos pasos y pedir con voz alegre una audiencia con Hanabi.
Y aunque el hombre puso una cara rara pese a la simpatía de Datsue, no puso pegas en dejarnos pasar con relativa facilidad y rapidez. Tampoco hubo problemas con Hanabi. Nos dio paso canturreando y además parecía contento.
Mejor. Aunque no negare que quizás era merecedor de unas duras palabras.
Antes de decir nada, pensativo, Hanabi se levanto de su asiento, escondió sus manos tras la espalda y nos miro directamente a los ojos, primero a uno y luego al otro.
—Cualquiera de los dos podría haber venido a mi despacho —En realidad no, por que seguramente, si no fuera por Datsue, podian haber pasado años antes de que volviera. A lo mejor no hubiese vuelto nunca.—. Pero... ¡vaya! No viene Reiji. No viene Datsue. Vienen Reiji y Datsue.
»Sólo eso hace que tenga mucha, mucha curiosidad por vuestros motivos. ¿Qué os trae por mi despacho, chicos? No os veo mala cara, así que —espero— supongo que no ha pasado nada malo.
—Si me lo permite. —Y si no, también, por que ya lo estaba haciendo. —Hablare yo primero, pero antes de nada, mi padre me ha "obligado" a traerle una cosa. —Mira, yo quería mucho a mi padre, pero a veces me hacia hacer cosas vergonzosas, y aquello... —Mi padre ha dicho:"Dile a Hanabi que esto es un regalo por tener que soportar, no una, si no más veces, al cabezón de mi hijo".
Mi padre solía tener razón casi siempre. Pero esta vez, ni siquiera podía pelear con él. Mi cabezonería era legendaria, y no solo dentro de casa. Quizás el propio Hanabi ya lo había vivido, e incluso Datsue había peleado contra eso.
—Dados los últimos acontecimientos, comprendo que pueda ser un poco escéptico, así que yo mismo lo abriré delante de usted.
Desnvolví la tela que cubría lo que había estado portando conmigo desde que salí de casi. La razón por la que había estado tres semanas encerrado trabajando codo con codo con mi padre. El castigo del cual me advirtió cuando le dije que trabajaría con el en la forja y ya no seria un shinobi.
Se trataba de una caja de madera rojiza poco mas grande que un antebrazo tanto de larga como de ancha, y no mas alta que unos tres libros de tamañl estandar apilados. La cajita tenia grabado el símbolo de uzu en el centro y el logotipo de la herrería sasaki en la parte superior izquierda, el samurái rodeado de rosas mirando a la golondrina.
Lo abrí yo mismo. Era la mejor idea después de la traición de akame y la muerte de varias personas por su parte. Yo no era un traidor, eso nunca, pero entendía que Hanabi pudiera sospechar.
La giré para que Hanabi viera su contenido.
Reposando sobre la fina seda roja que cubría el interior había una especie de brazalete de cuero ajustable, que tenia un pequeño mecanismo de metal. Al rededor del mismo, había unos discos, no mas grandes que el circulo que se forma al unir el pulgar con el dedo índice, pero cuyo borde era tan afilado, que hasta el ojo menos avispado podía ver que aquello seria capaz de cortar la carne como si fuera papel. Para mas lujo de detalle, aquellos discos tenían grabado, y a color, el remolino de uzushiogakure.
A mi padre le gustaba cuidar cada detalle, pero los discos habían sido cosa mía.
—Se trata de un arma nueva que ha diseñado mi padre, yo no soy tan listo, pero he hecho el trabajo manual. —Y eso también tenia merito, por que mi padre solo admitía la perfección como estándar mínimo de calidad. —No es mas que un brazalete con un mecanismo que lanza los discos que ves ahí. No es complicado, funciona con un impulso de chakra, cuanto mas potencia, mas fuerza tienen y mas distancia recorren. Mi padre ha incluido una nota con las instrucciones a un lado, y mas disculpas por mi cabezonería al otro.
No era nada realmente especial, algo sencillito, aunque yo jamas hubiera sido lo suficientemente inteligente para diseñarlo. Eso si, era discreto y letal. Bueno... Todas las armas, a su modo, eran letales. Ese era su propósito.
—Me ha dicho que la pruebes si quieres, que si te gusta y necesita algún ajuste, te pases a verle. También, que si no te gusta, puedes hacer lo que quieras con ella, guárdala en el cajón, regalarla, en fin, que te pertenece.
Ahora bien, ese no era el tema por el cual había ido hasta allí. Aquello solo era el aperitivo que mi padre me había obligado a llevar. Yo estaba allí por otra cosa. Así que deje él arma sobre la mesa del Uzukage y le miré fijamente para hablar del tema principal.
—Bueno, entregado el mensaje de mi padre, creo que imaginaras que no he venido hasta aquí con Datsue solo para esto. —Por lo visto, tampoco se me daba especialmente bien hablar. —He venido a pedir de vuelta mi bandana, y he venido con Datsue por que si no fuera por él, seguramente, no hubiese vuelto nunca a por mi bandana. —Aquello no era mentira, pese a que me había dicho a mi y Hanabi que volvería, mi intención había sido no hacerlo. Nunca. —Podia contarte esto sin él aquí, pero pensé, cosa que no suelo hacer muy a menudo por lo visto, que seria mejor que me acompañara. Aunque si me preguntas por qué, no sabría responderte, fue solo un sentimiento.
No había mucho más que decir, en realidad. Él mismo había dicho que volviera a por la banda cuando yo quisiera. Claro que, también había podido cambiar de parecer con el paso de los días y ahora, negarse a devolvermela. A lo mejor hasta me lo merecía.
No tardamos mucho en alcanzar la entrada del Edificio, y Datsue no tardo en adelantarse unos pasos y pedir con voz alegre una audiencia con Hanabi.
Y aunque el hombre puso una cara rara pese a la simpatía de Datsue, no puso pegas en dejarnos pasar con relativa facilidad y rapidez. Tampoco hubo problemas con Hanabi. Nos dio paso canturreando y además parecía contento.
Mejor. Aunque no negare que quizás era merecedor de unas duras palabras.
Antes de decir nada, pensativo, Hanabi se levanto de su asiento, escondió sus manos tras la espalda y nos miro directamente a los ojos, primero a uno y luego al otro.
—Cualquiera de los dos podría haber venido a mi despacho —En realidad no, por que seguramente, si no fuera por Datsue, podian haber pasado años antes de que volviera. A lo mejor no hubiese vuelto nunca.—. Pero... ¡vaya! No viene Reiji. No viene Datsue. Vienen Reiji y Datsue.
»Sólo eso hace que tenga mucha, mucha curiosidad por vuestros motivos. ¿Qué os trae por mi despacho, chicos? No os veo mala cara, así que —espero— supongo que no ha pasado nada malo.
—Si me lo permite. —Y si no, también, por que ya lo estaba haciendo. —Hablare yo primero, pero antes de nada, mi padre me ha "obligado" a traerle una cosa. —Mira, yo quería mucho a mi padre, pero a veces me hacia hacer cosas vergonzosas, y aquello... —Mi padre ha dicho:"Dile a Hanabi que esto es un regalo por tener que soportar, no una, si no más veces, al cabezón de mi hijo".
Mi padre solía tener razón casi siempre. Pero esta vez, ni siquiera podía pelear con él. Mi cabezonería era legendaria, y no solo dentro de casa. Quizás el propio Hanabi ya lo había vivido, e incluso Datsue había peleado contra eso.
—Dados los últimos acontecimientos, comprendo que pueda ser un poco escéptico, así que yo mismo lo abriré delante de usted.
Desnvolví la tela que cubría lo que había estado portando conmigo desde que salí de casi. La razón por la que había estado tres semanas encerrado trabajando codo con codo con mi padre. El castigo del cual me advirtió cuando le dije que trabajaría con el en la forja y ya no seria un shinobi.
Se trataba de una caja de madera rojiza poco mas grande que un antebrazo tanto de larga como de ancha, y no mas alta que unos tres libros de tamañl estandar apilados. La cajita tenia grabado el símbolo de uzu en el centro y el logotipo de la herrería sasaki en la parte superior izquierda, el samurái rodeado de rosas mirando a la golondrina.
Lo abrí yo mismo. Era la mejor idea después de la traición de akame y la muerte de varias personas por su parte. Yo no era un traidor, eso nunca, pero entendía que Hanabi pudiera sospechar.
La giré para que Hanabi viera su contenido.
Reposando sobre la fina seda roja que cubría el interior había una especie de brazalete de cuero ajustable, que tenia un pequeño mecanismo de metal. Al rededor del mismo, había unos discos, no mas grandes que el circulo que se forma al unir el pulgar con el dedo índice, pero cuyo borde era tan afilado, que hasta el ojo menos avispado podía ver que aquello seria capaz de cortar la carne como si fuera papel. Para mas lujo de detalle, aquellos discos tenían grabado, y a color, el remolino de uzushiogakure.
A mi padre le gustaba cuidar cada detalle, pero los discos habían sido cosa mía.
—Se trata de un arma nueva que ha diseñado mi padre, yo no soy tan listo, pero he hecho el trabajo manual. —Y eso también tenia merito, por que mi padre solo admitía la perfección como estándar mínimo de calidad. —No es mas que un brazalete con un mecanismo que lanza los discos que ves ahí. No es complicado, funciona con un impulso de chakra, cuanto mas potencia, mas fuerza tienen y mas distancia recorren. Mi padre ha incluido una nota con las instrucciones a un lado, y mas disculpas por mi cabezonería al otro.
No era nada realmente especial, algo sencillito, aunque yo jamas hubiera sido lo suficientemente inteligente para diseñarlo. Eso si, era discreto y letal. Bueno... Todas las armas, a su modo, eran letales. Ese era su propósito.
—Me ha dicho que la pruebes si quieres, que si te gusta y necesita algún ajuste, te pases a verle. También, que si no te gusta, puedes hacer lo que quieras con ella, guárdala en el cajón, regalarla, en fin, que te pertenece.
Ahora bien, ese no era el tema por el cual había ido hasta allí. Aquello solo era el aperitivo que mi padre me había obligado a llevar. Yo estaba allí por otra cosa. Así que deje él arma sobre la mesa del Uzukage y le miré fijamente para hablar del tema principal.
—Bueno, entregado el mensaje de mi padre, creo que imaginaras que no he venido hasta aquí con Datsue solo para esto. —Por lo visto, tampoco se me daba especialmente bien hablar. —He venido a pedir de vuelta mi bandana, y he venido con Datsue por que si no fuera por él, seguramente, no hubiese vuelto nunca a por mi bandana. —Aquello no era mentira, pese a que me había dicho a mi y Hanabi que volvería, mi intención había sido no hacerlo. Nunca. —Podia contarte esto sin él aquí, pero pensé, cosa que no suelo hacer muy a menudo por lo visto, que seria mejor que me acompañara. Aunque si me preguntas por qué, no sabría responderte, fue solo un sentimiento.
No había mucho más que decir, en realidad. Él mismo había dicho que volviera a por la banda cuando yo quisiera. Claro que, también había podido cambiar de parecer con el paso de los días y ahora, negarse a devolvermela. A lo mejor hasta me lo merecía.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)