21/05/2019, 19:16
Los contrabandistas no daban crédito a lo que veían sus ojos. Shaneji, un Cabeza de Dragón, temido en todo el país, acababa de ser decapitado por un joven chico surgido de la nada. Nadie le conocía, nadie había visto su cara envuelta en vendas hasta el mismo día anterior. Un chico soso, sin presencia, un tipo del montón. Que ni resaltaba ni le reconocerías en un segundo encuentro de no ser por sus características quemaduras.
Y ahí estaba, con la jodida cabeza de un Dragón.
—Me dicen Suzaku. ¡Y a partir de este día me conoceréis como a un Dragón!
Todos y cada uno de ellos sintieron una súbita presión en el ambiente. Todos se miraron, confusos. Y, tras un momento de duda...
Kushoro hincó la rodilla. Y el resto, sin salir de su asombro, le imitaron. Todos y cada uno de ellos se postraron. Todos y cada uno de ellos agacharon la cabeza en señal de respeto… y sumisión.
Fue entonces cuando Akame notó algo. En su mano. Le ardía.
Sí, literalmente, la cabeza que estaba sujetando ardía. También el cuerpo que había decapitado. Como si estuviesen bañados en un aceite inflamable y de pronto alguien hubiese tirado una mecha encendida. Y, entonces, sucedió algo que para la mayoría parecería impensable, aunque Akame ya había visto algo parecido junto a su antiguo Hermano y a Aiko.
Un muerto vivo.
—Te felicito, Suzaku, por matar a mi hijo —La cabeza, ardiendo y decapitada, hablaba. Hablaba mientras su piel y sus labios caían, derretidos. Hablaba mientras sus cuencas le miraban sin ver—. Ocuparás su lugar, o morirás para dejar sitio a otro. —Su voz era profunda, ronca y gutural. La voz de una bestia que no estaba acostumbrada a comunicarse en el lenguaje de los humanos.
Y ahí estaba, con la jodida cabeza de un Dragón.
—Me dicen Suzaku. ¡Y a partir de este día me conoceréis como a un Dragón!
Todos y cada uno de ellos sintieron una súbita presión en el ambiente. Todos se miraron, confusos. Y, tras un momento de duda...
Kushoro hincó la rodilla. Y el resto, sin salir de su asombro, le imitaron. Todos y cada uno de ellos se postraron. Todos y cada uno de ellos agacharon la cabeza en señal de respeto… y sumisión.
Fue entonces cuando Akame notó algo. En su mano. Le ardía.
Sí, literalmente, la cabeza que estaba sujetando ardía. También el cuerpo que había decapitado. Como si estuviesen bañados en un aceite inflamable y de pronto alguien hubiese tirado una mecha encendida. Y, entonces, sucedió algo que para la mayoría parecería impensable, aunque Akame ya había visto algo parecido junto a su antiguo Hermano y a Aiko.
Un muerto vivo.
—Te felicito, Suzaku, por matar a mi hijo —La cabeza, ardiendo y decapitada, hablaba. Hablaba mientras su piel y sus labios caían, derretidos. Hablaba mientras sus cuencas le miraban sin ver—. Ocuparás su lugar, o morirás para dejar sitio a otro. —Su voz era profunda, ronca y gutural. La voz de una bestia que no estaba acostumbrada a comunicarse en el lenguaje de los humanos.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado