22/05/2019, 11:18
Akame observó con sus ojos de Uchiha la duda que empezaba a invadir los rostros de la tripulación, y que fue seguida de la sumisión cuando su jefe dio el primer paso. O más bien, la primera rodilla. A la inclinación de respeto realizada por Kushoro le siguieron las de sus subordinados, conscientes de que el gorro de capitán del navío acababa de cambiar de cabeza. Akame, que todavía sostenía la cabeza decapitada de Shaneji en la mano, les lanzó una larga mirada. Sí, había cumplido su objetivo y ahora no sólo se sentía a salvo en el barco —o, al menos, mientras tuviera el respeto de aquellos hombres—, sino que dejaría de ser el segundo de Kaido para tomar una posición en primera fila. La que le correspondía. Ahora sólo quedaba una pregunta en su cabeza... ¿A qué precio? De labios del propio Tiburón había conocido de la jerarquía de Sekiryuu, y de que uno sólo podía ascender hasta la cima, hasta la Cabeza, cortando a la anterior. ¿Pero sería así de fácil?
Pronto descubriría que no. Porque, de repente, el cuerpo sin vida de aquel Hōzuki estalló en llamas. Akame desvió la mirada, aterrado de que en realidad todo fuese una treta y Shaneji todavía tuviese un as en la manga... Pero no. Cuando oyó la voz, gutural y grave, salir de los propios labios muertos de la cabeza que él sostenía en la mano, supo que estaba hecho. Quien quiera que fuese que estaba hablando le congratulaba por haber asesinado a Shaneji, y le invitaba a ocupar su lugar.
Akame dejó caer la cabeza segada del cuerpo junto al mismo, mientras ambos se consumían por el fuego. Luego volvió a mirar a la tripulación.
—Lo habéis oído con vuestras propias orejas. Hay un nuevo capitán en este barco... ¡Y tenemos un destino que alcanzar! ¡Vamos, todos a sus puestos, este mastodonte no se va a gobernar solo! —ordenó, a voces. Luego miró a Kushoro—. Kushoro-san, tú quédate. Tenemos asuntos que tratar.
Pronto descubriría que no. Porque, de repente, el cuerpo sin vida de aquel Hōzuki estalló en llamas. Akame desvió la mirada, aterrado de que en realidad todo fuese una treta y Shaneji todavía tuviese un as en la manga... Pero no. Cuando oyó la voz, gutural y grave, salir de los propios labios muertos de la cabeza que él sostenía en la mano, supo que estaba hecho. Quien quiera que fuese que estaba hablando le congratulaba por haber asesinado a Shaneji, y le invitaba a ocupar su lugar.
Akame dejó caer la cabeza segada del cuerpo junto al mismo, mientras ambos se consumían por el fuego. Luego volvió a mirar a la tripulación.
—Lo habéis oído con vuestras propias orejas. Hay un nuevo capitán en este barco... ¡Y tenemos un destino que alcanzar! ¡Vamos, todos a sus puestos, este mastodonte no se va a gobernar solo! —ordenó, a voces. Luego miró a Kushoro—. Kushoro-san, tú quédate. Tenemos asuntos que tratar.