22/05/2019, 13:03
—Bien.
El Uchiha se quedó mirando a Kushoro hasta que éste abandonó el camarote, dejándoles entonces a él y a la prostituta en la soledad del mismo. Akame suspiró y volvió a sentarse en la cama, frente a Shikari. La observó durante unos largos momentos hasta que finalmente pareció decidirse a ponerse en pie, acercarse a ella y levantarla para poner la silla derecha con ayuda de ambos brazos. Luego le dedicó una larga mirada, de cerca, clavando sus ojos en los de Shikari. Le quitó la mordaza y finalmente retrocedió unos pasos para volver a sentarse sobre la cama.
—¿Shaneji lo sabía? —preguntó Akame, de repente—. Lo de que trabajabas para las Trillizas. ¿Quién demonios son esa gente, de todos modos?¿Otras jugadoras en el tablero?
Negó con la cabeza, sin poder evitar darse cuenta de la ironía de todo aquello.
—Te habría salido bien, ¿sabes? Si yo no llego a estar en este barco. Shaneji era demasiado impulsivo, demasiado confiado. Demasiado acostumbrado a no tener que mirar a su espalda tras pasar por cada esquina. No era como nosotros... ¿Lo entiendes, verdad? Tú y yo nos parecemos más de lo que piensas. Ambos somos parias de este mundo, rechazados y utilizados por los privilegiados y los poderosos. Invisibles a sus ojos excepto cuando quieren aprovecharse de nuestras habilidades —afirmó—. Pero yo... Yo soy como tú. Una rata. Un mendigo. Un pobre de mierda, un fantasma que no importa a nadie. Siempre alerta, siempre atento. Acostumbrado a buscar mi propia suerte... Estoy seguro de que a ti no te habría pillado como le pillé a él.
Con movimientos extremadamente lentos y pausados, recreándose en ello, disfrutando con su ritual particular, Akame sacó una cajetilla de tabaco del interior de su yukata. Luego extrajo un cigarro y se lo puso en los labios. «El último.» Lo había estado guardando para una ocasión especial... Y aquella sin duda lo era. Su plan había salido bien. Sujetó bien el filtro con los dientes y encendió la cabeza del tabaco con un fósforo que arrojó al suelo después de apagar. Aspiró hondo, fumando tres pitadas seguidas, y luego expulsó el humo. Miró a Shikari con cierta curiosidad.
—¿Fumas?
El Uchiha se quedó mirando a Kushoro hasta que éste abandonó el camarote, dejándoles entonces a él y a la prostituta en la soledad del mismo. Akame suspiró y volvió a sentarse en la cama, frente a Shikari. La observó durante unos largos momentos hasta que finalmente pareció decidirse a ponerse en pie, acercarse a ella y levantarla para poner la silla derecha con ayuda de ambos brazos. Luego le dedicó una larga mirada, de cerca, clavando sus ojos en los de Shikari. Le quitó la mordaza y finalmente retrocedió unos pasos para volver a sentarse sobre la cama.
—¿Shaneji lo sabía? —preguntó Akame, de repente—. Lo de que trabajabas para las Trillizas. ¿Quién demonios son esa gente, de todos modos?¿Otras jugadoras en el tablero?
Negó con la cabeza, sin poder evitar darse cuenta de la ironía de todo aquello.
—Te habría salido bien, ¿sabes? Si yo no llego a estar en este barco. Shaneji era demasiado impulsivo, demasiado confiado. Demasiado acostumbrado a no tener que mirar a su espalda tras pasar por cada esquina. No era como nosotros... ¿Lo entiendes, verdad? Tú y yo nos parecemos más de lo que piensas. Ambos somos parias de este mundo, rechazados y utilizados por los privilegiados y los poderosos. Invisibles a sus ojos excepto cuando quieren aprovecharse de nuestras habilidades —afirmó—. Pero yo... Yo soy como tú. Una rata. Un mendigo. Un pobre de mierda, un fantasma que no importa a nadie. Siempre alerta, siempre atento. Acostumbrado a buscar mi propia suerte... Estoy seguro de que a ti no te habría pillado como le pillé a él.
Con movimientos extremadamente lentos y pausados, recreándose en ello, disfrutando con su ritual particular, Akame sacó una cajetilla de tabaco del interior de su yukata. Luego extrajo un cigarro y se lo puso en los labios. «El último.» Lo había estado guardando para una ocasión especial... Y aquella sin duda lo era. Su plan había salido bien. Sujetó bien el filtro con los dientes y encendió la cabeza del tabaco con un fósforo que arrojó al suelo después de apagar. Aspiró hondo, fumando tres pitadas seguidas, y luego expulsó el humo. Miró a Shikari con cierta curiosidad.
—¿Fumas?