22/05/2019, 15:01
(Última modificación: 22/05/2019, 15:02 por Uchiha Akame.)
La respuesta de Shikari le arranco una única carcajada, solitaria y amarga, a Akame. ¿Seis mil ryos? «¿Seis mil ryos? ¿El doble de la recompensa de una misión de rango A en cualquier Villa Oculta?» El Uchiha ya había intuido por dónde iban los tiros, pero no fue hasta que aquella mujer le reveló cuánto le habían prometido, que se cercioró de sus sospechas. Volvió a recostarse en la silla, todavía con el cigarrillo entre los labios, mientras miraba de arriba a abajo a Shikari. «¿De verdad pensaba que...?» Akame se cruzó de brazos y tomó el cigarro entre los dedos de la mano diestra.
—Si algo parece demasiado bueno como para serlo, no lo es —dijo, al fin—. Alguien como tú debería saberlo, Shikari. Debería tener esa lección aprendida. ¿Seis mil ryos? ¿Sabes cuánto puede llegar a pagar un Daimyō a una Villa Oculta para encargar un asesinato de alto nivel? —el exjōnin levantó tres dedos—. Tres. Tres mil ryos. Y eso si el objetivo es jodidamente peligroso, o prioritario, o importante. Tres mil ryos, Shikari. Eso es lo que cobra un ninja de élite por ejecutar un asesinato imposible.
El Uchiha fumó otra pitada a su cigarrillo, dejando que el silencio fuese el único acompañante de ambos durante unos breves momentos. Esperó a que sus palabras hubieran calado en la prostituta, junto con todo lo que implicaban, y sólo entonces volvió a hablar, esta vez con un tono de voz mucho más distraído y coloquial.
—¿De dónde eres, Shikari? Cuéntame algo de ti.
—Si algo parece demasiado bueno como para serlo, no lo es —dijo, al fin—. Alguien como tú debería saberlo, Shikari. Debería tener esa lección aprendida. ¿Seis mil ryos? ¿Sabes cuánto puede llegar a pagar un Daimyō a una Villa Oculta para encargar un asesinato de alto nivel? —el exjōnin levantó tres dedos—. Tres. Tres mil ryos. Y eso si el objetivo es jodidamente peligroso, o prioritario, o importante. Tres mil ryos, Shikari. Eso es lo que cobra un ninja de élite por ejecutar un asesinato imposible.
El Uchiha fumó otra pitada a su cigarrillo, dejando que el silencio fuese el único acompañante de ambos durante unos breves momentos. Esperó a que sus palabras hubieran calado en la prostituta, junto con todo lo que implicaban, y sólo entonces volvió a hablar, esta vez con un tono de voz mucho más distraído y coloquial.
—¿De dónde eres, Shikari? Cuéntame algo de ti.