22/05/2019, 16:17
—Lo siento, Shikari —contestó Akame, con expresión calmada pero muy severa. Parecía un profesor estricto anunciando el suspenso de su alumno—. Por el momento, tendremos que hacerlo así.
Luego, el Uchiha escuchó pacientemente la breve historia de aquella mujer. «Deudas de juego, un clásico», se dijo. Parecía evidente que Shikari estaba rota por lo sucedido, por la vida que había tenido que llevar desde que su padre la ofreciese en pago de sus deudas. Akame apretó los puños sin quererlo. Él nunca había tenido padre, ni madre, pero el conocer que otros habían sido incluso peores que la misma ausencia para sus hijos, le enervaba. No era algo que se hubiese planteado mientras era shinobi, tan centrado como estaba en su trabajo y sus misiones, pero ahora... Ahora sentía que estaba descubriendo mucho más cerca del mundo de lo que jamás se habría imaginado.
—Lo siento. Un hijo nunca debería pagar por los errores de sus padres —dijo Akame, y aquella frase tenía un sentido sumamente especial para él, aunque en ese momento no lo sabía—. ¿A quién te vendieron? ¿Fue entonces cuando conociste a Shaneji?
«¿El viejo se metió en problemas con Sekiryuu? Ya habría que ser estúpido... Aunque imagino que es de eso de lo que vivirán en el Dragón Rojo, además de contrabandear omoide y secuestrar ninjas.» El rostro de una kunoichi rubia y de ojos verdes, muy vivaces, le vino a la cabeza; pero Akame lo apartó de un metafórico manotazo.
Luego, el Uchiha escuchó pacientemente la breve historia de aquella mujer. «Deudas de juego, un clásico», se dijo. Parecía evidente que Shikari estaba rota por lo sucedido, por la vida que había tenido que llevar desde que su padre la ofreciese en pago de sus deudas. Akame apretó los puños sin quererlo. Él nunca había tenido padre, ni madre, pero el conocer que otros habían sido incluso peores que la misma ausencia para sus hijos, le enervaba. No era algo que se hubiese planteado mientras era shinobi, tan centrado como estaba en su trabajo y sus misiones, pero ahora... Ahora sentía que estaba descubriendo mucho más cerca del mundo de lo que jamás se habría imaginado.
—Lo siento. Un hijo nunca debería pagar por los errores de sus padres —dijo Akame, y aquella frase tenía un sentido sumamente especial para él, aunque en ese momento no lo sabía—. ¿A quién te vendieron? ¿Fue entonces cuando conociste a Shaneji?
«¿El viejo se metió en problemas con Sekiryuu? Ya habría que ser estúpido... Aunque imagino que es de eso de lo que vivirán en el Dragón Rojo, además de contrabandear omoide y secuestrar ninjas.» El rostro de una kunoichi rubia y de ojos verdes, muy vivaces, le vino a la cabeza; pero Akame lo apartó de un metafórico manotazo.