22/05/2019, 23:02
Kaido. Había sido Kaido. Akame no necesitó escuchar más, si el Tiburón le había prometido tal cosa a Shenfu Kano, entonces Akame contaba con el respaldo necesario para hacerlo valer... O eso esperaba. Porque el Umikiba se había largado en mitad de la noche, saltando por la borda, sin decirle ni mierda. ¿Y si nunca volvía? ¿Y si resultaba que había traicionado a Dragón Rojo? «¿Y si ha hecho un trato con las Trillizas?» Las posibilidades eran muchas y ninguna esperanzadora, pero por el momento, Akame decidió aferrarse a las pocas certezas que tenía. Primera, que Shaneji había sido un auténtico canalla con aquel hombre. Y segunda, que Kaido había dado su palabra para enmendarlo. Suficiente tenía el joven Uchiha ya entre manos como para andarse metiendo en más jardines, de modo que cuando el robusto y antiguo capitán de Baratie quiso saber, él contestó con rematada sinceridad.
—Si Kaido te garantizó que te devolverían a tu sobrina cuando llegásemos a Hibakari, entonces eso es lo que va a pasar. No te quepa la menor duda —aseguró el Fénix—. Incluso si él no ha vuelto, yo me ocuparé de hacer valer su palabra. Eso te lo puedo asegurar, Kano. Ahora ve a descansar con tu mujer.
El Uchiha echó un último vistazo al rostro de aquel hombre, que evidenciaba unas señas que él conocía muy bien.
—Y contrólate con esa mierda de cocaína que te metes. Te va a dejar molido por dentro, coño.
Luego cerraría la puerta y volvería a su cama, donde planeaba echarse un rato. No dormiría mucho, de seguro, pues las tensiones que todavía le inundaban la mente seguían manteniéndole en vilo, y el saber que tenía a Shikari presa allí junto a él no le tranquilizaba mucho más. Bien cierto era que la prostituta estaba firmemente atada y amordazada... Pero Akame no iba a cometer el error de su predecesor. No iba a confiarse frente a nada ni nada. Siempre tendría un ojo abierto para ver llegar a sus enemigos.
—Si Kaido te garantizó que te devolverían a tu sobrina cuando llegásemos a Hibakari, entonces eso es lo que va a pasar. No te quepa la menor duda —aseguró el Fénix—. Incluso si él no ha vuelto, yo me ocuparé de hacer valer su palabra. Eso te lo puedo asegurar, Kano. Ahora ve a descansar con tu mujer.
El Uchiha echó un último vistazo al rostro de aquel hombre, que evidenciaba unas señas que él conocía muy bien.
—Y contrólate con esa mierda de cocaína que te metes. Te va a dejar molido por dentro, coño.
Luego cerraría la puerta y volvería a su cama, donde planeaba echarse un rato. No dormiría mucho, de seguro, pues las tensiones que todavía le inundaban la mente seguían manteniéndole en vilo, y el saber que tenía a Shikari presa allí junto a él no le tranquilizaba mucho más. Bien cierto era que la prostituta estaba firmemente atada y amordazada... Pero Akame no iba a cometer el error de su predecesor. No iba a confiarse frente a nada ni nada. Siempre tendría un ojo abierto para ver llegar a sus enemigos.