23/05/2019, 12:58
En otras circunstancias quizás Akame se habría reído con el chiste, pues él era también muy dado a esa clase de humor ácido que se podía hacer —y de hecho salía mejor incluso— hasta en las situaciones más peliagudas. Pero aquella mañana apenas había pegado ojo y estaba demasiado cansado y aturdido como para hacerlo, de modo que se limitó a sonreír con desgana. Acompañó a Shikari hasta el baño, sujetándola firmemente de las muñecas atadas a la espalda, pero cuando ella le pidió algo de intimidad, el joven tuvo que negar con la cabeza.
—Lo siento, Shikari. Pero no puedo hacer eso —confesó—. No es porque yo no quiera, pero me temo que si te desato y te dejo a solas en este cuarto, pueden pasar varias cosas. La primera de ellas, que intentes escabullirte. La segunda, que cuando salgas, intentes atacarme con algún objeto. Si cualquiera de las dos ocurre, voy a tener que matarte... Y la verdad es que preferiría no tener que hacerlo. No me apetece en absoluto.
Empujó a la prostituta dentro del baño y entró él también, cerrando la puerta tras de sí. Luego le desató las manos y se quedó allí, observándola, con la espalda apoyada en la puerta.
—Haz lo que tengas que hacer. Te aseguro que no me recrearé en lo que vea, Shikari.
Akame no mentía. Si bien era cierto que llevaba meses —parecían toda una vida— sin sentir el calor de una mujer contra su cuerpo, el Uchiha tenía demasiadas preocupaciones en la cabeza en ese momento como para ponerse a fantasear como un adolescente pajillero. Prefería que la escenita acabara cuanto antes para así poder volver al camarote, atar a Shikari, subir al comedor a desayunar algo y luego darle de comer a ella. «Tan sólo pensarlo me da una pereza de cojones...»
—Lo siento, Shikari. Pero no puedo hacer eso —confesó—. No es porque yo no quiera, pero me temo que si te desato y te dejo a solas en este cuarto, pueden pasar varias cosas. La primera de ellas, que intentes escabullirte. La segunda, que cuando salgas, intentes atacarme con algún objeto. Si cualquiera de las dos ocurre, voy a tener que matarte... Y la verdad es que preferiría no tener que hacerlo. No me apetece en absoluto.
Empujó a la prostituta dentro del baño y entró él también, cerrando la puerta tras de sí. Luego le desató las manos y se quedó allí, observándola, con la espalda apoyada en la puerta.
—Haz lo que tengas que hacer. Te aseguro que no me recrearé en lo que vea, Shikari.
Akame no mentía. Si bien era cierto que llevaba meses —parecían toda una vida— sin sentir el calor de una mujer contra su cuerpo, el Uchiha tenía demasiadas preocupaciones en la cabeza en ese momento como para ponerse a fantasear como un adolescente pajillero. Prefería que la escenita acabara cuanto antes para así poder volver al camarote, atar a Shikari, subir al comedor a desayunar algo y luego darle de comer a ella. «Tan sólo pensarlo me da una pereza de cojones...»