23/05/2019, 15:48
Como respuesta a sus incógnitas, Akame se limitó a ponerle la botella en los labios e inclinarla para que pudiera beber. Uno, dos, tres tragos la dejó saciarse con aquel agua. Luego, aún sin despegar los labios, dejó el agua sobre la mesa y tomó el plato con los panes de mantequilla y salmón.
—Ahora come, Shikari —le pidió el ninja renegado, alimentándola con su propia mano como si de una recién nacida se tratase. Uno a uno, le fue dando los panes y permitiendo que la mujer diera buena cuenta de ellos.
Cuando terminase, dejaría el plato —vacío o no— sobre la mesa y volvería a tomar la botella, ofreciéndole de nuevo beber a la prostituta. De nuevo, cualquiera que fuese su respuesta, así lo haría el muchacho. Una vez terminado el parco desayuno, Akame recogió todos los artilugios y los dejó sobre el escritorio. Todavía de pie, desató a Shikari y le invitó con un gesto cortés a echarse sobre la cama. Durante unos segundos pareció debatirse, pero al final optó por atarle únicamente las muñecas y los tobillos entre sí. Así podría moverse con cierta libertad en el lecho, pero sin tener opción a liberarse o salir corriendo.
Sólo entonces, Akame tomó la silla en la que solía sentarse y la giró para ponerla de cara a la cama, donde estaría Shikari. Sólo entonces, contestó a su pregunta.
—Vendrás conmigo a ver al resto de los Dragones. Les contarás lo que me has contado a mí, y si hay algo que me ocultas, también se lo dirás a ellos. Si te portas bien y colaboras, puede que no mueras. ¿Eso te gustaría? —quiso saber el Uchiha, curioso—. Cuando las Trillizas se den cuenta de que el rastro que he ordenado que dejen para ellas es falso, pensarán una de dos cosas. Una, que las has traicionado, o dos, que te hemos descubierto. ¿Y qué harás entonces? ¿A dónde vas a ir?
—Ahora come, Shikari —le pidió el ninja renegado, alimentándola con su propia mano como si de una recién nacida se tratase. Uno a uno, le fue dando los panes y permitiendo que la mujer diera buena cuenta de ellos.
Cuando terminase, dejaría el plato —vacío o no— sobre la mesa y volvería a tomar la botella, ofreciéndole de nuevo beber a la prostituta. De nuevo, cualquiera que fuese su respuesta, así lo haría el muchacho. Una vez terminado el parco desayuno, Akame recogió todos los artilugios y los dejó sobre el escritorio. Todavía de pie, desató a Shikari y le invitó con un gesto cortés a echarse sobre la cama. Durante unos segundos pareció debatirse, pero al final optó por atarle únicamente las muñecas y los tobillos entre sí. Así podría moverse con cierta libertad en el lecho, pero sin tener opción a liberarse o salir corriendo.
Sólo entonces, Akame tomó la silla en la que solía sentarse y la giró para ponerla de cara a la cama, donde estaría Shikari. Sólo entonces, contestó a su pregunta.
—Vendrás conmigo a ver al resto de los Dragones. Les contarás lo que me has contado a mí, y si hay algo que me ocultas, también se lo dirás a ellos. Si te portas bien y colaboras, puede que no mueras. ¿Eso te gustaría? —quiso saber el Uchiha, curioso—. Cuando las Trillizas se den cuenta de que el rastro que he ordenado que dejen para ellas es falso, pensarán una de dos cosas. Una, que las has traicionado, o dos, que te hemos descubierto. ¿Y qué harás entonces? ¿A dónde vas a ir?