23/05/2019, 17:52
«Por todos los dioses, menos mal. Tengo unas ganas de pisar tierra que no me las creo ni yo.»
—¡Kushoro! ¡Que el vigía de "el tierra a la vista"! —ordenó el ninja, jubiloso por primera vez en todo el viaje, tal vez dejándose llevar por el momento. Era lo que se hacía en las novelas de piratas y navegantes que acostumbraba a leer de niño—. Ah, joder, siempre he querido decir eso.
Sin embargo, había varias cosas que Akame tenía que hacer al atracar. La primera, sacar a Shikari de allí sin que se le escapara; ahora que estaban en tierra firme, de seguro la puta sufriría la tentación de pedir ayuda o intentar evadir, de alguna forma u otra, su inevitable destino. También estaba el asunto de la sobrina de Shenfu Kano, el del omoide que había que descargar y... «¿¡Por qué mierda no está Kaido aquí!? ¿Y ahora yo qué hago con toda esta gente?» Claro, hacerse con el poder era una cosa, y saber administrar las labores era otra. "Matar a Rikudou Sennin no te convierte en Rikudou Sennin", como rezaba el dicho. Y Akame se estaba empezando a dar cuenta de cuán cierto era, para su desgracia. Tenía un barco hasta las trancas de droga y no sabía, ni por asomo, cómo iba a descargarla.
Intentó calmarse y mandó llamar a Kushoro. Cuando lo tuviera delante, le preguntaría con forzada tranquilidad.
—Kushoro, ocúpate de la descarga. Y pásame un inventario, antes y después. Que no falte una sola caja —ordenó, improvisando como podía mientras su cabeza funcionaba a toda máquina—. ¿Quién es nuestro contacto en el puerto?
—¡Kushoro! ¡Que el vigía de "el tierra a la vista"! —ordenó el ninja, jubiloso por primera vez en todo el viaje, tal vez dejándose llevar por el momento. Era lo que se hacía en las novelas de piratas y navegantes que acostumbraba a leer de niño—. Ah, joder, siempre he querido decir eso.
Sin embargo, había varias cosas que Akame tenía que hacer al atracar. La primera, sacar a Shikari de allí sin que se le escapara; ahora que estaban en tierra firme, de seguro la puta sufriría la tentación de pedir ayuda o intentar evadir, de alguna forma u otra, su inevitable destino. También estaba el asunto de la sobrina de Shenfu Kano, el del omoide que había que descargar y... «¿¡Por qué mierda no está Kaido aquí!? ¿Y ahora yo qué hago con toda esta gente?» Claro, hacerse con el poder era una cosa, y saber administrar las labores era otra. "Matar a Rikudou Sennin no te convierte en Rikudou Sennin", como rezaba el dicho. Y Akame se estaba empezando a dar cuenta de cuán cierto era, para su desgracia. Tenía un barco hasta las trancas de droga y no sabía, ni por asomo, cómo iba a descargarla.
Intentó calmarse y mandó llamar a Kushoro. Cuando lo tuviera delante, le preguntaría con forzada tranquilidad.
—Kushoro, ocúpate de la descarga. Y pásame un inventario, antes y después. Que no falte una sola caja —ordenó, improvisando como podía mientras su cabeza funcionaba a toda máquina—. ¿Quién es nuestro contacto en el puerto?