23/05/2019, 20:19
Menos mal que había madrugado para ir a ver al uzukage. Aún así las 10 me había parecido tarde después de la visita para recuperar mi bandana. Ahora tenia muchas cosas que preparar para el viaje y gente a la que avisar.
En vez de dirigirme a mi casa, nada mas salir del edificio del uzukage, fui a otro sitio conocido para mi familia. Si me iba a marchar en un viaje tan largo, tenia que llevarme algo muy importante conmigo.
—¡Buenos días Ieyasu-san! —Saludé al entrar en la tiendecita donde todos los miembros de la familia Sasaki se hacían el tatuaje del brazo. —¿Tiene un rato libre ahora mismo?
—¡Hombre! El joven de los Sasaki. Déjame mirar, pero creo que tengo libre todo el dia. ¿Que te trae por aquí? Tu ya estas marcado. —Bromeo.
—Pues quiero otra marca más. Quiero una flor de Cerezo en el pecho, sobre el corazón.
—Uy uy uy Amores juveniles eh, recuerda que esto es pa siempre, o hasta que vuelvas a venir a que te lo tape con algo más molón. En fin, fuera de bromas, si estas libre podemos hacerlo ahora mismo
El hombre, pese a bromear, tenia razón. Sin embargo, si de algo estaba cien por cien seguro en aquel momento, era de mis sentimientos. El futuro... Lo que tuviera que pasar, pasaría.
—Claro, adelante.
Sobre la una del mediodía ya había terminado. El dibujo que le pedí a Ieyasu-san era algo sencillo y rápido de hacer.
Ahora ya estaba listo para regresar a casa. Allí me esperaban mis ultimas tareas: Contar que tal había ido con Hanabi, hablar sobre mi viaje-misión, preparar el equipaje y despedirme apropiadamente.
Cuándo llegué a casa, ya estaba la mesa lista para comer. Aunque la familia de Sakura eran los sirvientes, mis padres siempre los habían tratado como si fueran parte de la familia y gracias a mi, eso era cada vez mas cierto.
Desde aquel día en la playa, desde aquella noche con Datsue, mi relación con Sakura ya no era un secreto. En realidad, mis padres se habían dado cuenta mucho antes, pero se habían callado.
Me senté al lado de Sakura para comer. Durante una hora, mientras la mesa se quedaba vacía de los deliciosos platos que la madre de Sakura cocinaba, conversamos sobre lo sucedido en el día de hoy, sobre mi nueva aventura y otros temas banales.
Solo había una cosa mal. Desde el día que confesamos oficialmente que estábamos juntos, la hermana mayor de Sakura nos miraba de forma... Extraña. Yo no entendía muy bien que le pasaba. ¿Celos? ¿Envidia? Quizás no era nada, pero no podía evitar sentir que algo no andaba bien cuando la chica posaba sus ojos sobre nosotros.
No le di muchas vueltas tampoco. Tenia que aprovechar al máximo el tiempo que me quedaba antes de marcharme. Por lo que nada más terminar de comer, subí a mi habitación a preparar una mochila de viaje con la ayuda de Sakura.
—¿Cuando volveras?
Preguntó Sakura mientras me ayudaba a seleccionar un par de prendas de ropa. En el pais del hierro haría mucho mucho frío, pero también tenia que tener en cuenta el camino que había antes de llegar allí.
—No lo se, el país del hierro esta bastante lejos, pero en realidad no se nada. Entre una cosa y otra, se me ha olvidado preguntar los detalles... No se si viajaré a pie o en carro, ni cuanto tiempo pasaré allí antes de volver.
Silencio. Un silencio tan afilado como una Katana. Y hablando de espada, no podía olvidarme de los utensilios necesarios para mantener las mías en buen estado. Sobretodo, no podía olvidarme de una buena piedra de afilar portátil. Mas tarde tomaría prestada alguna de la forja.
—No te preocupes, volveré. Tengo motivos para hacerlo —Dije antes de acercarme y besarla. —Pasa esta noche conmigo. —Solte de repente.
—¿Qu...que? Y..yo cre.. creo que es muu...muy... —Hablaba claramente avergonzada, mientras se cubría su rostro enrojecido con ambas manos. Había habido un malentendido.
—No no no no no no. —La interrumpí claramente avergonzado. No era lo que yo creía que ella pensaba. —Solo dormir, juntos. Si es que los nervios me dejan. Quiero pasar contigo el máximo tiempo posible antes de marcharme.
—Ah... Esta...Esta bien —Dijo, aún cohibida, para después abrazarme fuertemente sin ningún tipo de pudor. —Te voy a echar de menos... Mucho.
Dolía. Dolía por que acababa de hacerme un tatuaje que no le había mencionado a nadie. Pero lo soporte. Allí había una fuerza mas poderosa que él dolor. Aquello era lo que tenia el amor adolescente.
—Yo también, pero no te preocupes, estaré bien y volveré. A demás, te llevo conmigo en el corazón.
Si hubiera entrado mi madre por la puerta, la escena hubiese sido bastante mas vergonzosa se lo que ya era. Por suerte no lo hizo.
Después de aquello, continuamos preparando la mochila mientras hablábamos de temas sin importancia y compartíamos tiempo juntos. Cuando terminamos, ella regresó a sus tareas y yo fui a la forja a coger material para cuidar mis espaldas durante el viaje.
Mas tarde, ya de noche, al igual que a la hora de comer, cenamos todos juntos. Luego, fue la hora de dormir, pues había que madrugar. Y como adolescentes enamorados que eramos, como si aún fuese un secreto, cole en mi habitación a Sakura sin que nadie nos viera.
Pasamos la noche juntos. Ella acabo por dormirse entre mis brazos, pero yo... Yo estaba nervioso. No por la presencia de ella, si no por el viaje que me esperaba y solo pude dormir a intervalos.
Las hora de levantarse llegó demasiado pronto. Las cuatro de la mañana. Yo odiaba llegar tarde a los sitios, y menos a una misión que me había dado el uzukage. A la primera tras mi regreso.
Tuve cuidado de no despertar a Sakura, aunque me despedí de ella con un beso en la frente tras vestirme. Las despedidas eran dificiles, por lo que decidí hacerlo de aquella manera.
Cogí la mochila con mis cosas, el abrigo para cuando llegaramos al país del hierro, también mis armas y una merendera con comida que había preparado la madre de Sakura para mi viaje.
Luego, en silencio, me marché en dirección a la puerta de la aldea, donde a las cinco de la mañana me esperaría Katsudon, el cual, según Datsue y Hanabi, no debia ser difícil se ver.
Llegaria, si no pasaba nada, diez minutos antes de la hora acordada.
En vez de dirigirme a mi casa, nada mas salir del edificio del uzukage, fui a otro sitio conocido para mi familia. Si me iba a marchar en un viaje tan largo, tenia que llevarme algo muy importante conmigo.
—¡Buenos días Ieyasu-san! —Saludé al entrar en la tiendecita donde todos los miembros de la familia Sasaki se hacían el tatuaje del brazo. —¿Tiene un rato libre ahora mismo?
—¡Hombre! El joven de los Sasaki. Déjame mirar, pero creo que tengo libre todo el dia. ¿Que te trae por aquí? Tu ya estas marcado. —Bromeo.
—Pues quiero otra marca más. Quiero una flor de Cerezo en el pecho, sobre el corazón.
—Uy uy uy Amores juveniles eh, recuerda que esto es pa siempre, o hasta que vuelvas a venir a que te lo tape con algo más molón. En fin, fuera de bromas, si estas libre podemos hacerlo ahora mismo
El hombre, pese a bromear, tenia razón. Sin embargo, si de algo estaba cien por cien seguro en aquel momento, era de mis sentimientos. El futuro... Lo que tuviera que pasar, pasaría.
—Claro, adelante.
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Sobre la una del mediodía ya había terminado. El dibujo que le pedí a Ieyasu-san era algo sencillo y rápido de hacer.
Ahora ya estaba listo para regresar a casa. Allí me esperaban mis ultimas tareas: Contar que tal había ido con Hanabi, hablar sobre mi viaje-misión, preparar el equipaje y despedirme apropiadamente.
Cuándo llegué a casa, ya estaba la mesa lista para comer. Aunque la familia de Sakura eran los sirvientes, mis padres siempre los habían tratado como si fueran parte de la familia y gracias a mi, eso era cada vez mas cierto.
Desde aquel día en la playa, desde aquella noche con Datsue, mi relación con Sakura ya no era un secreto. En realidad, mis padres se habían dado cuenta mucho antes, pero se habían callado.
Me senté al lado de Sakura para comer. Durante una hora, mientras la mesa se quedaba vacía de los deliciosos platos que la madre de Sakura cocinaba, conversamos sobre lo sucedido en el día de hoy, sobre mi nueva aventura y otros temas banales.
Solo había una cosa mal. Desde el día que confesamos oficialmente que estábamos juntos, la hermana mayor de Sakura nos miraba de forma... Extraña. Yo no entendía muy bien que le pasaba. ¿Celos? ¿Envidia? Quizás no era nada, pero no podía evitar sentir que algo no andaba bien cuando la chica posaba sus ojos sobre nosotros.
No le di muchas vueltas tampoco. Tenia que aprovechar al máximo el tiempo que me quedaba antes de marcharme. Por lo que nada más terminar de comer, subí a mi habitación a preparar una mochila de viaje con la ayuda de Sakura.
—¿Cuando volveras?
Preguntó Sakura mientras me ayudaba a seleccionar un par de prendas de ropa. En el pais del hierro haría mucho mucho frío, pero también tenia que tener en cuenta el camino que había antes de llegar allí.
—No lo se, el país del hierro esta bastante lejos, pero en realidad no se nada. Entre una cosa y otra, se me ha olvidado preguntar los detalles... No se si viajaré a pie o en carro, ni cuanto tiempo pasaré allí antes de volver.
Silencio. Un silencio tan afilado como una Katana. Y hablando de espada, no podía olvidarme de los utensilios necesarios para mantener las mías en buen estado. Sobretodo, no podía olvidarme de una buena piedra de afilar portátil. Mas tarde tomaría prestada alguna de la forja.
—No te preocupes, volveré. Tengo motivos para hacerlo —Dije antes de acercarme y besarla. —Pasa esta noche conmigo. —Solte de repente.
—¿Qu...que? Y..yo cre.. creo que es muu...muy... —Hablaba claramente avergonzada, mientras se cubría su rostro enrojecido con ambas manos. Había habido un malentendido.
—No no no no no no. —La interrumpí claramente avergonzado. No era lo que yo creía que ella pensaba. —Solo dormir, juntos. Si es que los nervios me dejan. Quiero pasar contigo el máximo tiempo posible antes de marcharme.
—Ah... Esta...Esta bien —Dijo, aún cohibida, para después abrazarme fuertemente sin ningún tipo de pudor. —Te voy a echar de menos... Mucho.
Dolía. Dolía por que acababa de hacerme un tatuaje que no le había mencionado a nadie. Pero lo soporte. Allí había una fuerza mas poderosa que él dolor. Aquello era lo que tenia el amor adolescente.
—Yo también, pero no te preocupes, estaré bien y volveré. A demás, te llevo conmigo en el corazón.
Si hubiera entrado mi madre por la puerta, la escena hubiese sido bastante mas vergonzosa se lo que ya era. Por suerte no lo hizo.
Después de aquello, continuamos preparando la mochila mientras hablábamos de temas sin importancia y compartíamos tiempo juntos. Cuando terminamos, ella regresó a sus tareas y yo fui a la forja a coger material para cuidar mis espaldas durante el viaje.
Mas tarde, ya de noche, al igual que a la hora de comer, cenamos todos juntos. Luego, fue la hora de dormir, pues había que madrugar. Y como adolescentes enamorados que eramos, como si aún fuese un secreto, cole en mi habitación a Sakura sin que nadie nos viera.
Pasamos la noche juntos. Ella acabo por dormirse entre mis brazos, pero yo... Yo estaba nervioso. No por la presencia de ella, si no por el viaje que me esperaba y solo pude dormir a intervalos.
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Las hora de levantarse llegó demasiado pronto. Las cuatro de la mañana. Yo odiaba llegar tarde a los sitios, y menos a una misión que me había dado el uzukage. A la primera tras mi regreso.
Tuve cuidado de no despertar a Sakura, aunque me despedí de ella con un beso en la frente tras vestirme. Las despedidas eran dificiles, por lo que decidí hacerlo de aquella manera.
Cogí la mochila con mis cosas, el abrigo para cuando llegaramos al país del hierro, también mis armas y una merendera con comida que había preparado la madre de Sakura para mi viaje.
Luego, en silencio, me marché en dirección a la puerta de la aldea, donde a las cinco de la mañana me esperaría Katsudon, el cual, según Datsue y Hanabi, no debia ser difícil se ver.
Llegaria, si no pasaba nada, diez minutos antes de la hora acordada.