25/05/2019, 08:58
—Bueno, conocer la forma de un shuriken no le hace a uno poder formar un shuriken con el chakra, hijo —En teoría debería ayudar. Debería ser mas sencillo para alguien que sabe como se hace un shuriken que para alguien que solo los ha visto o usado.—. El control del chakra es una cosa muy jodida. Yo mismo no sé hacer cosas tan precisas. Lo mío es cantidad. Aplastar cosas. Ya está.
Si, ya. Es verdad que era bastante jodido controlar el chakra. ¿Pero que mas podía hacer? Las técnicas complicadas y guays, que tenían una ingente cantidad de sellos, estaban muy fuera de mi alcance.
»Es lo que se nos da bien a los Akimichi.
Aquello, viendo el tamaño y la forma de Katsudon, tenia muchisimo sentido. Aplastar cosas y yo diría que incluso tirar a bajo montañas. Bueno, eso tal vez era exagerado, pero con su tamaño, dudaba que alguna puerta pudiera interponerse en su camino.
Cuanto mas avanzábamos, mas me costaba seguirle el ritmo a aquel grandullón. El cansancio empezaba a hacer mella en mí, pero pronto noté que Katsudon también bajaba el ritmo.
Las plantas empezaron a llegarnos hasta la rodilla. Por suerte, no eran rosas como la de mi tatuaje y aunque costaba mas ander entre ellas, al menos, no pinchaban.
El hombreton llamado Katsudon no tuvo que insistirme mucho para que buscáramos un sitio para acampar y pasar la noche. De hecho, estuve de acuerdo desde el primer momento.
Con las ramas que habíamos ido recolectando, Katsudon hizo una pequeña hoguera cuando encontramos un lugar de descanso adecuado. Tras esto, extendio en el suelo un saco se dormir acorde a su tamaño. Allí podía dormir Casi una familia entera.
—Pechuga de pollo, jamón, mayonesa y cebolla caramelizada —Se relamió mientras me tendía uno exactamente igual que el suyo.—. Toma, he traído uno para cada uno.
Demasiado grande para mi. Y con demasiados ingredientes.
—Agradezco el gesto, Katsudon-san, pero sigo una dieta estricta para mi entrenamiento, así que he traído mi propia comida.
Saqué la merendera que la madre de Sakura había preparado para mi. Había dos bandejas de comida, ellos también habían pensado en Katsudon, pero claro, con aquello Katsudon ni siquiera tendría para un tentempié.
En la bandeja, también había una nota de la madre de Sakura indicando que había sido su hija la que había cocinado, aunque bajo su supervisión. Sonreí.
—¿Tenemos que hacer turnos por la noche o todavía estamos en territorio seguro?
Como todavía no sabía cuales eran los peligros que acechaban allí a fuera, que ni era Akame, ni eran sus asesinos, lo mejor siempre era preguntar. Aunque quizás, volvía a incomodar a aquel hombre.
Si, ya. Es verdad que era bastante jodido controlar el chakra. ¿Pero que mas podía hacer? Las técnicas complicadas y guays, que tenían una ingente cantidad de sellos, estaban muy fuera de mi alcance.
»Es lo que se nos da bien a los Akimichi.
Aquello, viendo el tamaño y la forma de Katsudon, tenia muchisimo sentido. Aplastar cosas y yo diría que incluso tirar a bajo montañas. Bueno, eso tal vez era exagerado, pero con su tamaño, dudaba que alguna puerta pudiera interponerse en su camino.
Cuanto mas avanzábamos, mas me costaba seguirle el ritmo a aquel grandullón. El cansancio empezaba a hacer mella en mí, pero pronto noté que Katsudon también bajaba el ritmo.
Las plantas empezaron a llegarnos hasta la rodilla. Por suerte, no eran rosas como la de mi tatuaje y aunque costaba mas ander entre ellas, al menos, no pinchaban.
El hombreton llamado Katsudon no tuvo que insistirme mucho para que buscáramos un sitio para acampar y pasar la noche. De hecho, estuve de acuerdo desde el primer momento.
Con las ramas que habíamos ido recolectando, Katsudon hizo una pequeña hoguera cuando encontramos un lugar de descanso adecuado. Tras esto, extendio en el suelo un saco se dormir acorde a su tamaño. Allí podía dormir Casi una familia entera.
—Pechuga de pollo, jamón, mayonesa y cebolla caramelizada —Se relamió mientras me tendía uno exactamente igual que el suyo.—. Toma, he traído uno para cada uno.
Demasiado grande para mi. Y con demasiados ingredientes.
—Agradezco el gesto, Katsudon-san, pero sigo una dieta estricta para mi entrenamiento, así que he traído mi propia comida.
Saqué la merendera que la madre de Sakura había preparado para mi. Había dos bandejas de comida, ellos también habían pensado en Katsudon, pero claro, con aquello Katsudon ni siquiera tendría para un tentempié.
En la bandeja, también había una nota de la madre de Sakura indicando que había sido su hija la que había cocinado, aunque bajo su supervisión. Sonreí.
—¿Tenemos que hacer turnos por la noche o todavía estamos en territorio seguro?
Como todavía no sabía cuales eran los peligros que acechaban allí a fuera, que ni era Akame, ni eran sus asesinos, lo mejor siempre era preguntar. Aunque quizás, volvía a incomodar a aquel hombre.