5/06/2019, 21:49
(Última modificación: 6/06/2019, 11:32 por Yoshimura Ken. Editado 1 vez en total.)
Un nuevo dia iniciaba con una nueva aventura para el pequeño ken, este recibió esa misma mañana una encomienda por parte de su maestro.
- Ve a la ciudad de los herreros, busca al maestro shaku arai y entregale esto, dile que vas de mi parte. – Dijo el mayor entregándole a ken una pequeña bolsa con una buena cantidad de monedas que parecían ser el pago por un trabajo anterior.
-Eh, maestro, no debería usarme para pagar sus deudas, debería estar entrenándome. – Dijo ken protestando, no le gustaba tener que hacerle los mandados al mayor pero asi era la vida de un discípulo.
- ¡Silencio! Tonto pupilo, no me renieges un samurái nunca debe renegarle a su maestro, ve y has lo que te digo o consigue otro maestro. – Contesto el mayor sin darle opción a nada.
Ken solo hizo una mueca de molestia con su boca y se cruzo de brazos solo para luego inclinar la cabeza diciendo que si, era una molestia tener un maestro tan estricto pero esa era la vida de un aprendiz, además al menos la encomienda no era nada muy complicado.
- Al menos podre conocer la ciudad de los herreros. – Pensó en esos momentos.
Y así como asi se aventuro a su viaje pidió permiso para salir de la aldea y emprendio el camino el solito hacia aquella ciudad de herreros que parecía tener cierto renonmbre, seria emocionante conocer un lugar así.
Se colgó al hombro un pequeño bolso con agua y comida para un día ya que el tacaño de su maestro no le dio dinero para el viaje, sin embargo por suerte contaba con algo de dinero propio por si surgia algún gasto.
Ken vestia su indumentaria típica, kimono azul, hakama blanco, obi, sandalias ninja y en su cintura del lado izquierdo colgaban sus dos preciadas espaditas, una de madera otra una kodachi, también llevaba su porta armas con kunais y churikens, y por supuesto no podía faltarle la banda ninja de su aldea en su frente, casi oculta por los mechones rojizos que caian en esta.
Recorria la ciudad mostrándose maravilado con tanto metal y sonido de martilleo, a demás de las calles llenas de hombres casi tan rudos y fornidos como su propio maestro pero ninguno se veía en tan buena forma como el maestro de ken, no ese señor se encontraba en un nivel diferente, quien lo viera en persona quedaría maravillado con sus grandes brazos y su gran estatura.
Ken por el contrario contrastaba con este paisaje de hombres grandes, el era un chico de poquito mas de un metro y medio de alto, con cabello largo y recogido y casi tan delgado como una escoba, es que quien lo viera pensaría que era alguien muy frágil en especial por su piel tan blanca casi de muñeco de porcelana.
En fin, tuvo que armarse de valor para empezar a preguntar por la herrería del maestro shaku, no seria muy fácil encontrar a ese maestro herrero en una ciudad tan grande, cielos eso podría tomarle todo el día.
- Ve a la ciudad de los herreros, busca al maestro shaku arai y entregale esto, dile que vas de mi parte. – Dijo el mayor entregándole a ken una pequeña bolsa con una buena cantidad de monedas que parecían ser el pago por un trabajo anterior.
-Eh, maestro, no debería usarme para pagar sus deudas, debería estar entrenándome. – Dijo ken protestando, no le gustaba tener que hacerle los mandados al mayor pero asi era la vida de un discípulo.
- ¡Silencio! Tonto pupilo, no me renieges un samurái nunca debe renegarle a su maestro, ve y has lo que te digo o consigue otro maestro. – Contesto el mayor sin darle opción a nada.
Ken solo hizo una mueca de molestia con su boca y se cruzo de brazos solo para luego inclinar la cabeza diciendo que si, era una molestia tener un maestro tan estricto pero esa era la vida de un aprendiz, además al menos la encomienda no era nada muy complicado.
- Al menos podre conocer la ciudad de los herreros. – Pensó en esos momentos.
Y así como asi se aventuro a su viaje pidió permiso para salir de la aldea y emprendio el camino el solito hacia aquella ciudad de herreros que parecía tener cierto renonmbre, seria emocionante conocer un lugar así.
Se colgó al hombro un pequeño bolso con agua y comida para un día ya que el tacaño de su maestro no le dio dinero para el viaje, sin embargo por suerte contaba con algo de dinero propio por si surgia algún gasto.
Ken vestia su indumentaria típica, kimono azul, hakama blanco, obi, sandalias ninja y en su cintura del lado izquierdo colgaban sus dos preciadas espaditas, una de madera otra una kodachi, también llevaba su porta armas con kunais y churikens, y por supuesto no podía faltarle la banda ninja de su aldea en su frente, casi oculta por los mechones rojizos que caian en esta.
Recorria la ciudad mostrándose maravilado con tanto metal y sonido de martilleo, a demás de las calles llenas de hombres casi tan rudos y fornidos como su propio maestro pero ninguno se veía en tan buena forma como el maestro de ken, no ese señor se encontraba en un nivel diferente, quien lo viera en persona quedaría maravillado con sus grandes brazos y su gran estatura.
Ken por el contrario contrastaba con este paisaje de hombres grandes, el era un chico de poquito mas de un metro y medio de alto, con cabello largo y recogido y casi tan delgado como una escoba, es que quien lo viera pensaría que era alguien muy frágil en especial por su piel tan blanca casi de muñeco de porcelana.
En fin, tuvo que armarse de valor para empezar a preguntar por la herrería del maestro shaku, no seria muy fácil encontrar a ese maestro herrero en una ciudad tan grande, cielos eso podría tomarle todo el día.