8/06/2019, 14:34
Se encontraba a pocos metros del puesto de comida donde estaban las dos chicas, la verdad todavía no las había notado aunque si sintió el aroma de la comida recién hecha, eso le despertó un poco el apetito pero agito su cabeza para concentrarse en su objetivo.
Se detuvo frente al local de un herrero que estaba calentando algo de metal en su forja, se le acerco le llamo la atención aclarándose la garganta antes de hablarle. – Disculpe, busco a un herrero su nombre es Shaku Arai ¿de casualidad lo conoce? -
El corpulento hombro se le quedo viendo con una de sus cejas levantadas y no tardó en responderle. – Claro todos conocemos a la leyenda del maestro shaku, aunque escuche que ya no forja espadas así que no deberías hacerte ilusiones. -
Ken se sorprendió por su golpe de suerte aunque era el tercer herrero que consultaba, sonrió y negó con la cabeza. – Solo necesito saber dónde se encuentra. ¿podria decirme dónde vive? -
El herrero dejo salir una risa corta y le contesto. – Hubieras dicho eso desde el principio, el maestro shaku vive al otro lado de la ciudad, en la casa mas apartada, cerca del templo budista, ahora tengo que seguir trabajando asi que apártate. – El hombre saco del fuego la barra de metal para ponerla sobre un yunque y empezar a martillarla sacando chispas asi que el pequeño ken tuvo que alejarse con rapidez.
- L..Lo siento. – Respondió eso al apartarse, ahora sabia a donde dirigirse pero como el olor de la comida le había llamado la atención decidió ir hacia el puesto, parecía buena idea comer algo antes de seguir con su búsqueda.
Se detuvo a unos pocos metros al ver a dos chicas que estaban en el pequeño local de comida, notando como solo quedaban libres los puestos que estaban entre ambas, cielos que incomodo, tendría que sentarse en medio esa idea lo intimidaba un poco pero bueno si quería comer tendría que arriesgarse a sentarse en el medio.
Trago saliva y termino de acercarse, sentándose con rapidez en una de las sillas sin decir palabra alguna, solo miro primero a la chica de piel morena a la que le sonrió de forma leve ya que no pudo hacer más, no le salió la voz para saludar.
La morena era algo alta así que lo dejaba bastante mal en cuanto a estatura pero eso no lo molestaba, solo lo acomplejaba un poco.
Por el otro lado vio a la chica pelirroja, esta obviamente le llamo más la atención por su cabello tan llamativo pero también porque era realmente atractiva, de nuevo no le salió la voz para saludar así que se limitó a ver al señor que atendía el lugar para hacer su pedido.
Se aclaró la garganta para poder hablar en un tono que el mayor pudiera escucharle. – Ehm… Quiero un takoyaki, sí, por favor. – De todos modos le salió una voz algo baja así que repitió por si había sido escuchado. – Un takoyaki, sí. – Resulto que el hombre si lo escucho la primera vez así que se sintió algo ridículo.
- Enseguida joven. – Le contesto quien atendía el local, una vez que escucho eso asintió con la cabeza y coloco sus manos en la barra.
No sabía cómo actuar en una situación como esa, ya que durante su infancia poco o nada había interactuado con chicas, y tampoco lo hizo mucho durante su paso por la academia ninja así que estaba en una situación que se le hacía muy difícil de afrontar. Solo mantuvo su mirada baja y al frente y comenzó a darle golpecitos a la barra con sus dedos mientras tarareaba.
Se detuvo frente al local de un herrero que estaba calentando algo de metal en su forja, se le acerco le llamo la atención aclarándose la garganta antes de hablarle. – Disculpe, busco a un herrero su nombre es Shaku Arai ¿de casualidad lo conoce? -
El corpulento hombro se le quedo viendo con una de sus cejas levantadas y no tardó en responderle. – Claro todos conocemos a la leyenda del maestro shaku, aunque escuche que ya no forja espadas así que no deberías hacerte ilusiones. -
Ken se sorprendió por su golpe de suerte aunque era el tercer herrero que consultaba, sonrió y negó con la cabeza. – Solo necesito saber dónde se encuentra. ¿podria decirme dónde vive? -
El herrero dejo salir una risa corta y le contesto. – Hubieras dicho eso desde el principio, el maestro shaku vive al otro lado de la ciudad, en la casa mas apartada, cerca del templo budista, ahora tengo que seguir trabajando asi que apártate. – El hombre saco del fuego la barra de metal para ponerla sobre un yunque y empezar a martillarla sacando chispas asi que el pequeño ken tuvo que alejarse con rapidez.
- L..Lo siento. – Respondió eso al apartarse, ahora sabia a donde dirigirse pero como el olor de la comida le había llamado la atención decidió ir hacia el puesto, parecía buena idea comer algo antes de seguir con su búsqueda.
Se detuvo a unos pocos metros al ver a dos chicas que estaban en el pequeño local de comida, notando como solo quedaban libres los puestos que estaban entre ambas, cielos que incomodo, tendría que sentarse en medio esa idea lo intimidaba un poco pero bueno si quería comer tendría que arriesgarse a sentarse en el medio.
Trago saliva y termino de acercarse, sentándose con rapidez en una de las sillas sin decir palabra alguna, solo miro primero a la chica de piel morena a la que le sonrió de forma leve ya que no pudo hacer más, no le salió la voz para saludar.
La morena era algo alta así que lo dejaba bastante mal en cuanto a estatura pero eso no lo molestaba, solo lo acomplejaba un poco.
Por el otro lado vio a la chica pelirroja, esta obviamente le llamo más la atención por su cabello tan llamativo pero también porque era realmente atractiva, de nuevo no le salió la voz para saludar así que se limitó a ver al señor que atendía el lugar para hacer su pedido.
Se aclaró la garganta para poder hablar en un tono que el mayor pudiera escucharle. – Ehm… Quiero un takoyaki, sí, por favor. – De todos modos le salió una voz algo baja así que repitió por si había sido escuchado. – Un takoyaki, sí. – Resulto que el hombre si lo escucho la primera vez así que se sintió algo ridículo.
- Enseguida joven. – Le contesto quien atendía el local, una vez que escucho eso asintió con la cabeza y coloco sus manos en la barra.
No sabía cómo actuar en una situación como esa, ya que durante su infancia poco o nada había interactuado con chicas, y tampoco lo hizo mucho durante su paso por la academia ninja así que estaba en una situación que se le hacía muy difícil de afrontar. Solo mantuvo su mirada baja y al frente y comenzó a darle golpecitos a la barra con sus dedos mientras tarareaba.