12/06/2019, 14:27
Antes de que pudiese tranquilizarse, la chica pelirroja le habló. Le dijo que esperaba que trajese a dos compañeros, pues de otro modo no había razón para dejar tales espacios entre ellas. Luego le dijo que compartía el sentimiento de estar desubicada. Ranko tragó saliva. Asintió y, obligada por la presión social de… pues… socializar, así como por los consejos de su madre ("Si no le tienes miedo a una batalla, ¡No debes temer una conversación tampoco!" le había dicho alguna que otra vez), se movió un espacio en dirección a la chica.
—Ah-ahm… Yo… Yo ve… veng…
Su garganta se cerró de la nada. Tosió un par de veces, mas luego optó por señalar la bandana de Kusagakure que portaba al cuello.
—D-del norte —Logró decir. Luego miró la bandana que la chica llevaba a la frente, y pudo ver el símbolo de la espiral —. T-tú… Tú eres de aquí.
Por alguna razón, aquella frase no salió en tono de pregunta, sino cual si fuese una afirmación. Ranko bajó la mirada a la suerte de barra que era parte del puesto, y se enfocó en un punto microscópico en ella.
—¿Y tú?
De repente, el rostro de Ranko enrojeció intensamente.
"¡Nooooo! ¡Acabas de decirle que es de este país! ¿Por qué preguntarías de dónde es?" se reprendió mentalmente. Ranko no era tonta, pero las situaciones sociales no le dejaban pensar bien.
Afortunadamente (o desafortunadamente, nunca lo supo), el chico que estaba buscando a un herrero se acercó y se sentó en el espacio entre la pelirroja y la de la trenza. Le dedicó una sonrisa a Ranko, quien se la devolvió muy torpemente, con las mejillas ardiendo. El chico se volvió para ordenar y luego para ver a la pelirroja.
Mientras el chico tarareaba y tamborileaba sobre la barra, Ranko se aferraba a ésta, intentando descubrir si podía volverse invisible de la nada. Algo que le hizo calmarse levemente fue el okonomiyaki de mochi que el cocinero le entregó en un plato.
La chica suspiró con un dejo de desesperación.
—Ah-ahm… Yo… Yo ve… veng…
Su garganta se cerró de la nada. Tosió un par de veces, mas luego optó por señalar la bandana de Kusagakure que portaba al cuello.
—D-del norte —Logró decir. Luego miró la bandana que la chica llevaba a la frente, y pudo ver el símbolo de la espiral —. T-tú… Tú eres de aquí.
Por alguna razón, aquella frase no salió en tono de pregunta, sino cual si fuese una afirmación. Ranko bajó la mirada a la suerte de barra que era parte del puesto, y se enfocó en un punto microscópico en ella.
—¿Y tú?
De repente, el rostro de Ranko enrojeció intensamente.
"¡Nooooo! ¡Acabas de decirle que es de este país! ¿Por qué preguntarías de dónde es?" se reprendió mentalmente. Ranko no era tonta, pero las situaciones sociales no le dejaban pensar bien.
Afortunadamente (o desafortunadamente, nunca lo supo), el chico que estaba buscando a un herrero se acercó y se sentó en el espacio entre la pelirroja y la de la trenza. Le dedicó una sonrisa a Ranko, quien se la devolvió muy torpemente, con las mejillas ardiendo. El chico se volvió para ordenar y luego para ver a la pelirroja.
Mientras el chico tarareaba y tamborileaba sobre la barra, Ranko se aferraba a ésta, intentando descubrir si podía volverse invisible de la nada. Algo que le hizo calmarse levemente fue el okonomiyaki de mochi que el cocinero le entregó en un plato.
La chica suspiró con un dejo de desesperación.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)