19/06/2019, 12:00
(Última modificación: 8/10/2019, 17:41 por Uchiha Akame. Editado 3 veces en total.)
Ceniza, Verano del año 219
¡El Ferrocarril! ¡El flamante logro de la ingeniería de las Tres Grandes Aldeas combinada en una mole de acero y ruedas, y propulsada por la increíble tecnología de las hidrobaterías de Amegakure! Incluso en un lugar de tradiciones y donde la vida seguía su curso "a los viejos modos", como el País del Bosque, eran innegables tanto la majestuosidad de aquella obra como sus aplicaciones prácticas. Abajo de las copas de los árboles, donde se sucedía la vida normal de la ciudad, un complejo entramado de raíles de metal recorrían el suelo y sobre ellos, locomotoras tan grandes como treinta carromatos juntos. Un avance tecnológico que de seguro cambiaría las vidas de todos los habitantes de Oonindo. ¡Un antes y un después!, aunque algunos en el conservador País del Bosque no lo vieran así.
Sin embargo, ningún gran progreso científico estaba exento de gran trabajo y esfuerzo. Ensayo y error, esas eran las dos principales herramientas de cualquier ingeniero o investigador para llegar a desarrollar completamente sus invenciones. En aquel megaproyecto estaban trabajando todas las Aldeas, de modo que avanzaba a un buen ritmo; en la calurosa Ceniza algunas de las principales rutas ferroviarias ya estaban siendo testeadas para comprobar tanto su fiabilidad como viabilidad económica y logística. Una de estas líneas era, efectivamente, la del recién bautizado Expreso de Yugakure no Sato; un tren especialmente cómodo proyectado para llevar pasajeros de Tane-Shigai a la Villa de las Aguas Termales en intervalos regulares. La razón era bien simple; el turismo. Tanto la Ciudad Sobre los Árboles como la famosa Ciudad Balneario eran dos lugares absolutamente reconocidos en casi cualquier rincón de Oonindo, de modo que conectar ambos preveía repercutir en un incremento del flujo de turistas tanto para un lado como para el otro.
Así que, allí estaban ellos dos, frente a la gigantesca mole de metal que reposaba tranquila —por el momento— sobre los raíles. Hanamura Kazuma y Senju Geki, dos genin de la Aldea Oculta entre la Hierba; el por qué estaban allí o por qué tenían en su poder, cada uno, un pase para aquel trayecto de prueba con estancia y buffet incluído —salvo bebidas alcohólicas— era algo que probablemente sólo ellos y los dioses sabían.
«¡¡¡PI, PI, PIIIIIIII!!!»
El característico sonido del silbato del tren retumbó en el lugar, indicando un claro "¡pasajeros al tren!" que todavía no era reconocido por algunos de los habitantes de Oonindo pero que sin duda se volvería muy famoso en los tiempos que estaban por llegar. Kazuma y Geki podrían observar a los pasajeros embarcando, todos ellos con aspecto de ser más o menos importantes —algunos notablemente más que otros— mientras los empleados de servicio del ferrocarril, ataviados con su uniforme, les indicaban sus asientos y les ayudaban a cargar cualquier equipaje que pudieran llevar.
¡Era hora de embarcar!