25/06/2019, 20:22
(Última modificación: 30/09/2020, 16:59 por Amedama Daruu. Editado 2 veces en total.)
La muchacha me miro raro, como si hubiera dicho una locura, y luego se guardo la espada y miró a Katsudon.
—No sé cómo será en tu tierra, shinobi, pero un samurai sólo desenvaina la katana si está dispuesto a usarla. Las hojas no se admiran, se sienten. Quizás haya alguna oportunidad, si quieres entrenar conmigo en otro momento.
—Creo que te equivocas, no te hablo como shinobi, te hablo como herrero. En tu tierra no lo se. —Quizas allí no había ninguno, aunque seria raro que no lo hubiera en una tierra de espadachines. Lo que seguro, ninguno seria tan bueno como mi padre. —Pero en la mia cuidamos nuestras espadas, y para poder cuidarlas y afilarlas, el herrero tiene que desenvainarla. —Por que si no... Ya me dirás tu como cuidabas la hoja de tu espada. —Nosotros, los herreros, somos los médicos de las espadas. Llevo encima las herramientas para cuidarlas, y quería comprar el estado de la tuya, así como apreciar el trabajo de otros.
Yo estaba tan a lo mio, que no fui realmente consciente de lo que dijo, hasta que Katsudon reaccionó.
—¡Samurai! ¡Entonces eres uno de ellos! No tienes ni idea de qué casualidad... nosotros íbamos hacia el Hierro.
Samurai...Hierro...¡Verdad! Nuestra misión era informarlos a ellos de los generales. Aquello era... Demasiado perfecto como para alegrarse.
—¿Hacia el Hierro? ¿Por qué motivo?
—En realidad, no sé si debería decírtelo... —No, no debería. ¿Que pruebas teníamos de su palabra —. Es una información muy delicada.
—Mi nombre es Sendo Yuuna, hija de Sendo Hagane, antiguo y difunto líder de los samurai de Sanrō-yama. Mi padre ha sido asesinado por alguien que se hace llamar Kurama.
»La información que poseemos puede sernos de ayuda mutuamente.
—...¿el viejo Hagane ha muerto? ¿Entonces, ahora...?
—Lo siento. Espero que muriera luchando
Dije haciendo una pequeña reverencia, por cortesía. Ya decía yo que, aquello era demasiado bueno para alegrarse.
—Gobierna mi madre. Sendo Koichi. Viajo en su nombre para comunicarlo a Hanabi-dono y para advertirle de que quizás los shinobi seáis su próximo objetivo.
»Porque mi padre era un jinchuuriki.
Después de todo aquello, mis palabras solo parecían estupideces. Cosas de niños al lado de una conversación de adultos. ¿Era yo adecuado para estar allí? ¿Era la persona indicada para recibir toda esa información?
En realidad, ya daba igual que las respuestas fuesen negativas. Ya lo había escuchado todo. El destino lo había querido así y no había vuelta atrás.
—Después de todo esto lo que tengo que decir parecera una locura, pero..
Dije antes siquiera de Katsudon tuviese tiempo de hablar o reaccionar.
—¡Pelea conmigo!
Me salio del Alma. Alguien podría pensar que la retaba para comprobar que era una samurái de verdad y no alguien que intentaba mentirnos, pero...
Pero en realidad yo no era lo bastante inteligente para plantearme si quiera que aquello podía ser un engaño muy elaborado.
Yo solo quería cruzar mi espada con ella desde que había escuchado la palabra samurái. Por que yo jamas había salido de la aldea. Por que yo jamas había peleado con nadie que no fuera mi madre.
Y los mas importante, por que yo había escuchado que los samuráis eran los mejores espadachines de Oonido, y yo no quería solo verlos. Quería sentirlo, vivirlo, experimentarlo.
—No sé cómo será en tu tierra, shinobi, pero un samurai sólo desenvaina la katana si está dispuesto a usarla. Las hojas no se admiran, se sienten. Quizás haya alguna oportunidad, si quieres entrenar conmigo en otro momento.
—Creo que te equivocas, no te hablo como shinobi, te hablo como herrero. En tu tierra no lo se. —Quizas allí no había ninguno, aunque seria raro que no lo hubiera en una tierra de espadachines. Lo que seguro, ninguno seria tan bueno como mi padre. —Pero en la mia cuidamos nuestras espadas, y para poder cuidarlas y afilarlas, el herrero tiene que desenvainarla. —Por que si no... Ya me dirás tu como cuidabas la hoja de tu espada. —Nosotros, los herreros, somos los médicos de las espadas. Llevo encima las herramientas para cuidarlas, y quería comprar el estado de la tuya, así como apreciar el trabajo de otros.
Yo estaba tan a lo mio, que no fui realmente consciente de lo que dijo, hasta que Katsudon reaccionó.
—¡Samurai! ¡Entonces eres uno de ellos! No tienes ni idea de qué casualidad... nosotros íbamos hacia el Hierro.
Samurai...Hierro...¡Verdad! Nuestra misión era informarlos a ellos de los generales. Aquello era... Demasiado perfecto como para alegrarse.
—¿Hacia el Hierro? ¿Por qué motivo?
—En realidad, no sé si debería decírtelo... —No, no debería. ¿Que pruebas teníamos de su palabra —. Es una información muy delicada.
—Mi nombre es Sendo Yuuna, hija de Sendo Hagane, antiguo y difunto líder de los samurai de Sanrō-yama. Mi padre ha sido asesinado por alguien que se hace llamar Kurama.
»La información que poseemos puede sernos de ayuda mutuamente.
—...¿el viejo Hagane ha muerto? ¿Entonces, ahora...?
—Lo siento. Espero que muriera luchando
Dije haciendo una pequeña reverencia, por cortesía. Ya decía yo que, aquello era demasiado bueno para alegrarse.
—Gobierna mi madre. Sendo Koichi. Viajo en su nombre para comunicarlo a Hanabi-dono y para advertirle de que quizás los shinobi seáis su próximo objetivo.
»Porque mi padre era un jinchuuriki.
Después de todo aquello, mis palabras solo parecían estupideces. Cosas de niños al lado de una conversación de adultos. ¿Era yo adecuado para estar allí? ¿Era la persona indicada para recibir toda esa información?
En realidad, ya daba igual que las respuestas fuesen negativas. Ya lo había escuchado todo. El destino lo había querido así y no había vuelta atrás.
—Después de todo esto lo que tengo que decir parecera una locura, pero..
Dije antes siquiera de Katsudon tuviese tiempo de hablar o reaccionar.
—¡Pelea conmigo!
Me salio del Alma. Alguien podría pensar que la retaba para comprobar que era una samurái de verdad y no alguien que intentaba mentirnos, pero...
Pero en realidad yo no era lo bastante inteligente para plantearme si quiera que aquello podía ser un engaño muy elaborado.
Yo solo quería cruzar mi espada con ella desde que había escuchado la palabra samurái. Por que yo jamas había salido de la aldea. Por que yo jamas había peleado con nadie que no fuera mi madre.
Y los mas importante, por que yo había escuchado que los samuráis eran los mejores espadachines de Oonido, y yo no quería solo verlos. Quería sentirlo, vivirlo, experimentarlo.