15/11/2015, 13:51
Cuando cruzó la puerta de entrada, un soplo repentino de aire fresco pasó por ella moviendo de una forma feroz sus cabellos, y cuando ambas kunoichi se internaron lo suficiente en esa mansión supuestamente abandonada, la puerta pegó un portazo, indicando que era hora de cerrar sus puertas.
-¡Aah! - Pegó un chillido tras el golpe que había originado el portazo, dando un salto hacia delante y adoptando una posición defensiva. Ya no estaba hipnotizada por la mansión, ya no había voces en su mente que la incitaban a entrar en la casa. Solo quedaban sus rápidas pulsaciones y su corazón queriendo salir del pecho, como si él fuese el primero en querer salir de la casa. Tragó grueso e intentó relajarse, pero... ¿Quién podría hacerlo estando en una mansión que parecía encantada y con una persona desconocida - o quizás más, quién sabe - dentro?
Dentro de la casa no llovía, a pesar de las grietas que permitían el paso del agua hasta el interior. Los ruidos provocados por la tormenta se escuchaban amortiguados gracias a las paredes de madera, que parecían más robustas desde el interior, y por fin se fijó que ese lugar parecía más grande por dentro que desde la visión que daba por fuera.
Se dio cuenta de que los candelabros daban una tenue luz, y se preguntó mentalmente qué hacían encendidos si era una mansión abandonada... Toda la decoración polvorienta era de un aspecto rústico, con una alfombra roja a sus pies como a los pies de la otra joven que se extendía por el suelo de una madera casi negra. También había moviliario en su interior: dos mesas en el centro recubiertas de polvo rodeadas de sillas, con aspecto de tener más valor que la casa de Eri entera. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y giró la cara, encontrándose frente a frente con un rostro pintado en la pared, uno de los tantos cuadros que adornaban las paredes de lo que parecía ser la entrada de la casa; mirándola fijamente, como si la observara.
Se alejó instintivamente del lienzo, pegando su espalda contra una puerta, y volvió a tragar grueso. ¿Debería seguir observando si estaban fuera de peligro? ¿Y la otra chica?
Antes de que pudiese empezar a buscarla con la mirada, la encontró aporreando la puerta de entrada, intentando salir de la mansión con toda su alma, pero ésta no parecía querer abrirse. Una gota de sudor frío surcó todo su rostro y se acercó con velocidad a la chica de la lluvia, intentando ayudarla en la apertura de lo que parecía una de las salidas de la casa.
-¿Pero, cómo puede ser? ¡Yo no quiero quedarme encerrada en este lugar! - Chilló al aire, si alguien les estaba jugando una broma, ya no tenía gracia.
-¡Aah! - Pegó un chillido tras el golpe que había originado el portazo, dando un salto hacia delante y adoptando una posición defensiva. Ya no estaba hipnotizada por la mansión, ya no había voces en su mente que la incitaban a entrar en la casa. Solo quedaban sus rápidas pulsaciones y su corazón queriendo salir del pecho, como si él fuese el primero en querer salir de la casa. Tragó grueso e intentó relajarse, pero... ¿Quién podría hacerlo estando en una mansión que parecía encantada y con una persona desconocida - o quizás más, quién sabe - dentro?
Dentro de la casa no llovía, a pesar de las grietas que permitían el paso del agua hasta el interior. Los ruidos provocados por la tormenta se escuchaban amortiguados gracias a las paredes de madera, que parecían más robustas desde el interior, y por fin se fijó que ese lugar parecía más grande por dentro que desde la visión que daba por fuera.
Se dio cuenta de que los candelabros daban una tenue luz, y se preguntó mentalmente qué hacían encendidos si era una mansión abandonada... Toda la decoración polvorienta era de un aspecto rústico, con una alfombra roja a sus pies como a los pies de la otra joven que se extendía por el suelo de una madera casi negra. También había moviliario en su interior: dos mesas en el centro recubiertas de polvo rodeadas de sillas, con aspecto de tener más valor que la casa de Eri entera. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y giró la cara, encontrándose frente a frente con un rostro pintado en la pared, uno de los tantos cuadros que adornaban las paredes de lo que parecía ser la entrada de la casa; mirándola fijamente, como si la observara.
Se alejó instintivamente del lienzo, pegando su espalda contra una puerta, y volvió a tragar grueso. ¿Debería seguir observando si estaban fuera de peligro? ¿Y la otra chica?
Antes de que pudiese empezar a buscarla con la mirada, la encontró aporreando la puerta de entrada, intentando salir de la mansión con toda su alma, pero ésta no parecía querer abrirse. Una gota de sudor frío surcó todo su rostro y se acercó con velocidad a la chica de la lluvia, intentando ayudarla en la apertura de lo que parecía una de las salidas de la casa.
-¿Pero, cómo puede ser? ¡Yo no quiero quedarme encerrada en este lugar! - Chilló al aire, si alguien les estaba jugando una broma, ya no tenía gracia.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)