12/07/2019, 18:55
Kaido halló varias cosas en el portaobjetos de Muñeca: una píldora de soldado básica; dos kunais; cinco shurikens; un hilo shinobi; un sello explosivo de rango B; un paquete de 5 senbon; y una fotografía doblada por la mitad.
Cuando alcanzó al fin la superficie, el humo invadió sus pulmones. El agua sobre la que nadaba estaba llena de destellos rojos, naranjas y crepusculares. El vivo reflejo del fuego que invadía parte de las escaleras que ascendían al primer piso. Casi como un susurro lejano, un quejido de dolor llegó hasta sus oídos. Seguido de otro, más lastimero. Y otro más…
Y…
Y el fuego invadió también el cuerpo de Muñeca. Había sobrevivido, inexplicablemente, al tiro en la cabeza. Su cerebro estaba en coma, pero su cuerpo se había negado a morir… hasta ahora.
Un repentino dolor taladró el brazo derecho de Kaido, allí donde había recibido el Ryū no Senrei. Un dolor que vino acompañado de breves retazos. De imágenes. De sonidos. De sensaciones. De barrotes sobre las ventanas y sonrisas que no incluían los ojos. De restallidos y sollozos. De algo que se rompía en su interior para siempre. De…
De un hombre del tamaño de una montaña y piel oscura, que la sacaba de allí. El padre que nunca tuvo. De un joven apenas tres años mayor que ella, de piel azul y una sonrisa afilada, peligrosa y amenazante. Pero una sonrisa que sí incluía sus ojos. Una sonrisa en la que se podía confiar. La sonrisa de un amigo.
Era todo demasiado borroso y confuso como para saber qué era mucho de aquello, pero Kaido lo comprendió. La comprendió. Comprendió que Muñeca había sufrido en su infancia. Tanto, que su mente todavía se afanaba en emborronar aquellos recuerdos. De enterrarlos bajo las profundidades de un pozo y hacer como si nunca hubiesen existido. Y también, que había encontrado algo por lo que tener esperanza. Esperanza de algún día… ser feliz.
—No… —El cuerpo de Muñeca se levantó por última vez. La piel le caía como cera derretida. Gritaba, pero no era suya la voz—. ¡No! ¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!!
Kaido oyó el rugido de Ryū en sus oídos y, también, directamente en sus sesos.
—¿¡Quién!? ¡¿Quiéeeen!?
Cuando alcanzó al fin la superficie, el humo invadió sus pulmones. El agua sobre la que nadaba estaba llena de destellos rojos, naranjas y crepusculares. El vivo reflejo del fuego que invadía parte de las escaleras que ascendían al primer piso. Casi como un susurro lejano, un quejido de dolor llegó hasta sus oídos. Seguido de otro, más lastimero. Y otro más…
Y…
Y el fuego invadió también el cuerpo de Muñeca. Había sobrevivido, inexplicablemente, al tiro en la cabeza. Su cerebro estaba en coma, pero su cuerpo se había negado a morir… hasta ahora.
Un repentino dolor taladró el brazo derecho de Kaido, allí donde había recibido el Ryū no Senrei. Un dolor que vino acompañado de breves retazos. De imágenes. De sonidos. De sensaciones. De barrotes sobre las ventanas y sonrisas que no incluían los ojos. De restallidos y sollozos. De algo que se rompía en su interior para siempre. De…
De un hombre del tamaño de una montaña y piel oscura, que la sacaba de allí. El padre que nunca tuvo. De un joven apenas tres años mayor que ella, de piel azul y una sonrisa afilada, peligrosa y amenazante. Pero una sonrisa que sí incluía sus ojos. Una sonrisa en la que se podía confiar. La sonrisa de un amigo.
Era todo demasiado borroso y confuso como para saber qué era mucho de aquello, pero Kaido lo comprendió. La comprendió. Comprendió que Muñeca había sufrido en su infancia. Tanto, que su mente todavía se afanaba en emborronar aquellos recuerdos. De enterrarlos bajo las profundidades de un pozo y hacer como si nunca hubiesen existido. Y también, que había encontrado algo por lo que tener esperanza. Esperanza de algún día… ser feliz.
—No… —El cuerpo de Muñeca se levantó por última vez. La piel le caía como cera derretida. Gritaba, pero no era suya la voz—. ¡No! ¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!!
Kaido oyó el rugido de Ryū en sus oídos y, también, directamente en sus sesos.
—¿¡Quién!? ¡¿Quiéeeen!?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado