8/09/2019, 18:52
Todos en esta vida cometemos errores. Todos. Más aún, cuando se está cerca de la muerte.
Kaido cometió muchos durante la pelea. Ahora, en retrospectiva, era plenamente consciente de que el destino le había bendecido como nunca antes para que su corazón siguiera latiendo una noche más. Desde la extrema pérdida de tiempo y chakra contra aquél Hyuga, hasta el asesinato involuntario de Muñeca: todo por no estar listo. Por no estar preparado. ¿Acaso no se lo había dicho Shaneji?
Zaide también tuvo sus deslices. Uno no pensaría eso de un viejo shinobi experimentado, sea dicho de paso Uchiha; pero a veces la edad y la experiencia resultan ser un arma de doble filo cuando tu cuerpo está cansado de luchar. Cuando llegas a un punto en que tu alma quiere seguir viviendo, pero tus músculos dicen basta. Cuando tus ojos, sin importar el aupe extraordinario del sharingan, deciden no ver lo evidente.
Pero ahí estaban los dos. Ambos sosteniendo el kunai, pero sólo uno perdiendo la vida. Kaido se dejó estar en el agua, apoyó las rodillas en ella y suspiró profunda y tendidamente, en un atisbo de que su cuerpo, quizá, tampoco daba más. Herido como estaba, cansado como estaba, alzó la vista y observó las escaleras en llamas mientras la sangre de Uchiha Zaide continuaba manchando sus manos y tintando el mar que le vio morir. Oh, aún le quedaba camino. Aún le quedaba escalada.
Salir de aquella prisión sería imposible.
—Jo...joder.
Kaido cometió muchos durante la pelea. Ahora, en retrospectiva, era plenamente consciente de que el destino le había bendecido como nunca antes para que su corazón siguiera latiendo una noche más. Desde la extrema pérdida de tiempo y chakra contra aquél Hyuga, hasta el asesinato involuntario de Muñeca: todo por no estar listo. Por no estar preparado. ¿Acaso no se lo había dicho Shaneji?
Zaide también tuvo sus deslices. Uno no pensaría eso de un viejo shinobi experimentado, sea dicho de paso Uchiha; pero a veces la edad y la experiencia resultan ser un arma de doble filo cuando tu cuerpo está cansado de luchar. Cuando llegas a un punto en que tu alma quiere seguir viviendo, pero tus músculos dicen basta. Cuando tus ojos, sin importar el aupe extraordinario del sharingan, deciden no ver lo evidente.
Pero ahí estaban los dos. Ambos sosteniendo el kunai, pero sólo uno perdiendo la vida. Kaido se dejó estar en el agua, apoyó las rodillas en ella y suspiró profunda y tendidamente, en un atisbo de que su cuerpo, quizá, tampoco daba más. Herido como estaba, cansado como estaba, alzó la vista y observó las escaleras en llamas mientras la sangre de Uchiha Zaide continuaba manchando sus manos y tintando el mar que le vio morir. Oh, aún le quedaba camino. Aún le quedaba escalada.
Salir de aquella prisión sería imposible.
—Jo...joder.