8/09/2019, 21:48
En efecto, no lo era. Y Kaido estaba a punto de descubrir hasta qué punto.
Cuando tan solo le quedaban un par de escaleras para ver qué sucedía al otro lado, oyó algo por encima de su cabeza. Una especie de crujido. Antes siquiera de que pudiese comprobar lo que era, algo impactó en su cabeza. ¿El gran punto débil, si es que se le podía llamar así, del Suika? Que no podía protegerle de ataques que no veía venir.
Fue lo que le sucedió con un gran bloque de piedra que le cayó encima de la cabeza, que le hizo desplomarse contra las escaleras. Su vista se emborronó de pronto, y antes siquiera de que pudiese reaccionar, quedó inconsciente.
¿Mala suerte? Podía ser. Después de enfrentarse a un Hyuuga y a un Uchiha y salir vivo de ambos enfrentamientos, ya era mala pata sucumbir así. Sin posibilidad a reaccionar, a hacer nada. De ser aquella una partida de rol de esas que los jóvenes hacían en aquellos tiempos para ponerse en la piel de un ninja, al master lo tendrían ya atado a un palo en medio de heno y ramas secas, con el mechero encendido en una mano mientras pedían explicaciones.
Porque sí, aquello era injusto, demasiado incluso. Demasiada casualidad que aquella roca cayese justo en ese momento, y que aún por encima fuese en ese preciso lugar donde puso la cabeza. Pues sepan una cosa: en efecto, esta estaba siendo una partida de rol. Una en la que el master estaba siendo muy, muy hijo de puta.
Y es que, ¿acaso no había sido tremenda casualidad también que Uchiha Zaide, veterano de mil batallas, no se hubiese percatado que el chico al que se estaba enfrentando no era más que un Mizu Bunshin? Alguien con Sharingan tenía que estar ciego para no verlo. ¿Y acaso no había sido extraño también, que alguien tan experimentado como él, hubiese usado un Sunshin casi de manera gratuita cuando le faltaba tanto el aliento?
Sí, sí y sí. Demasiado fácil. Demasiado conveniente todo. El master estaba improvisando para que la partida siguiese el curso que él quería que siguiese. Sin importarle si era más o menos creíble. Y mucho menos importándole una mierda si era o no satisfactorio para su… jugador.
La escena desapareció como si fuese la retícula de alguien que acabase de cerrar los ojos…
… y Zaide los volvió a abrir, con la sangre Uchiha desapareciendo de sus iris.
Estaban abajo, en las puertas. Kaido acababa de desplomarse —de nuevo—, pero esta vez sobre el agua. Zaide, de pie y de frente, se acercó a él para cogerlo y evitar que se hundiese. Con su mano derecha. Seguía conservando ambas.
¿Qué había pasado? Pues que Kaido había sido víctima de una ilusión. Una creada y dirigida por Uchiha Zaide. Aunque, la pregunta era: ¿cuándo? Y, ¿cómo, si el Tiburón se había protegido siempre de mirarle a los ojos? Para responder a esa pregunta, uno debía saber que no se está a salvo de un Uchiha ni evitándole la mirada.
¿Recuerdan el sello del Carnero para el Sunshin no Jutsu? ¿Ese gesto para mostrarle el pulgar, con el que luego hizo como que se degollaba, en una tétrica amenaza? Nunca había sido para ningún Sunshin. Menos para una estéril bravata.
No, el sello del Carnero había sido para ejecutar el tan codiciado Utakata, y el movimiento del pulgar, la moneda de un hipnotista.
—Y pensaste que estabas a salvo, ¿huh? —Zaide no pudo evitar sonreír. Creía que había crecido, madurado. Pero su orgullo, moribundo, todavía daba muestras de alegría por la pequeña victoria que le acababan de brindar—. Que con un sello explosivo y un puto kunai podrías derrotarme. —Lo mismo había creído Muñeca. Y Katame. Y tantos otros.
»Así que piensas sellarme en esa tela, ¿huh? ¿Para qué llevar mi cuerpo? ¿Mis ojos? ¿Mi sangre? ¿O una mera prueba para Ryū? —se preguntó. Quizá para las tres cosas al mismo tiempo.
De pronto, soltó una carcajada seca. Qué conveniente, qué maravilloso. Aquello le venía como anillo al dedo.
AO revelada: Ejecución del Utakata en vez del Sunshin no Jutsu
Cuando tan solo le quedaban un par de escaleras para ver qué sucedía al otro lado, oyó algo por encima de su cabeza. Una especie de crujido. Antes siquiera de que pudiese comprobar lo que era, algo impactó en su cabeza. ¿El gran punto débil, si es que se le podía llamar así, del Suika? Que no podía protegerle de ataques que no veía venir.
Fue lo que le sucedió con un gran bloque de piedra que le cayó encima de la cabeza, que le hizo desplomarse contra las escaleras. Su vista se emborronó de pronto, y antes siquiera de que pudiese reaccionar, quedó inconsciente.
¿Mala suerte? Podía ser. Después de enfrentarse a un Hyuuga y a un Uchiha y salir vivo de ambos enfrentamientos, ya era mala pata sucumbir así. Sin posibilidad a reaccionar, a hacer nada. De ser aquella una partida de rol de esas que los jóvenes hacían en aquellos tiempos para ponerse en la piel de un ninja, al master lo tendrían ya atado a un palo en medio de heno y ramas secas, con el mechero encendido en una mano mientras pedían explicaciones.
Porque sí, aquello era injusto, demasiado incluso. Demasiada casualidad que aquella roca cayese justo en ese momento, y que aún por encima fuese en ese preciso lugar donde puso la cabeza. Pues sepan una cosa: en efecto, esta estaba siendo una partida de rol. Una en la que el master estaba siendo muy, muy hijo de puta.
Y es que, ¿acaso no había sido tremenda casualidad también que Uchiha Zaide, veterano de mil batallas, no se hubiese percatado que el chico al que se estaba enfrentando no era más que un Mizu Bunshin? Alguien con Sharingan tenía que estar ciego para no verlo. ¿Y acaso no había sido extraño también, que alguien tan experimentado como él, hubiese usado un Sunshin casi de manera gratuita cuando le faltaba tanto el aliento?
Sí, sí y sí. Demasiado fácil. Demasiado conveniente todo. El master estaba improvisando para que la partida siguiese el curso que él quería que siguiese. Sin importarle si era más o menos creíble. Y mucho menos importándole una mierda si era o no satisfactorio para su… jugador.
La escena desapareció como si fuese la retícula de alguien que acabase de cerrar los ojos…
… y Zaide los volvió a abrir, con la sangre Uchiha desapareciendo de sus iris.
Estaban abajo, en las puertas. Kaido acababa de desplomarse —de nuevo—, pero esta vez sobre el agua. Zaide, de pie y de frente, se acercó a él para cogerlo y evitar que se hundiese. Con su mano derecha. Seguía conservando ambas.
¿Qué había pasado? Pues que Kaido había sido víctima de una ilusión. Una creada y dirigida por Uchiha Zaide. Aunque, la pregunta era: ¿cuándo? Y, ¿cómo, si el Tiburón se había protegido siempre de mirarle a los ojos? Para responder a esa pregunta, uno debía saber que no se está a salvo de un Uchiha ni evitándole la mirada.
¿Recuerdan el sello del Carnero para el Sunshin no Jutsu? ¿Ese gesto para mostrarle el pulgar, con el que luego hizo como que se degollaba, en una tétrica amenaza? Nunca había sido para ningún Sunshin. Menos para una estéril bravata.
No, el sello del Carnero había sido para ejecutar el tan codiciado Utakata, y el movimiento del pulgar, la moneda de un hipnotista.
—Y pensaste que estabas a salvo, ¿huh? —Zaide no pudo evitar sonreír. Creía que había crecido, madurado. Pero su orgullo, moribundo, todavía daba muestras de alegría por la pequeña victoria que le acababan de brindar—. Que con un sello explosivo y un puto kunai podrías derrotarme. —Lo mismo había creído Muñeca. Y Katame. Y tantos otros.
»Así que piensas sellarme en esa tela, ¿huh? ¿Para qué llevar mi cuerpo? ¿Mis ojos? ¿Mi sangre? ¿O una mera prueba para Ryū? —se preguntó. Quizá para las tres cosas al mismo tiempo.
De pronto, soltó una carcajada seca. Qué conveniente, qué maravilloso. Aquello le venía como anillo al dedo.
AO revelada: Ejecución del Utakata en vez del Sunshin no Jutsu
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado