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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Un intransigente dolor en la parte posterior de su nuca le arrebató el dulce ensimismamiento de aquél sueño profundo. El humo, la garganta seca y aquél pitido en su oído derecho como secuela del golpe sufrido le atolondraron los sentidos, obligando al magullado escualo a batirse allí en el suelo como un pez fuera de agua. Mientras fue recuperando la visión, los últimos acontecimientos se armaban nuevamente en su memoria, y no tuvo más remedio que preguntarse qué coño había pasado —aunque el pedazo de bloque manchado con su propia sangre ya le decía bastante—. y, más importante aún, que cuánto tiempo llevaba inconsciente.

Pero daba igual. ¡Estaba vivo! ¡Contra viento y marea, seguía vivo y coleando!

—Sigo vivo —se repitió, incrédulo—. ¡Que sigo vivo, coño, vivo!

Una energía revitalizante le permitió levantarse del suelo, como un mesías. Tosió con severidad durante intensos segundos, escupió unos cuantos gargajos de saliva, cenizas y sangre mezcladas, y trató de lavarse la cara y la herida de la cabeza con el agua que no se había dignado a beber de su termo. Debía continuar.

Decidido, el gyojin rengueó a rastras con el cuerpo de Uchiha Zaide aún a cuestas. Volvió a cubrirse el rostro aunque esta vez con más tela, y esperó a que el vértigo que tenía le permitiese dar dos pasos sin caerse de tumbos. Paso a paso. Paso a paso. Tenía que salir de ahí cuanto antes, y volver con su trofeo, para acabar de una vez por todas con aquél retazo de historia en el capítulo de vida de Dragón Rojo.
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Mensajes en este tema
(II) La Prisión del Yermo - por Uchiha Datsue - 28/03/2019, 02:49
RE: (II) La Prisión del Yermo - por Umikiba Kaido - 10/09/2019, 00:50


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