10/09/2019, 01:51
Cuando le contase aquella aventura a alguien en el futuro, muy bien que podría decir que nadie en Oonindo había tenido tantos enemigos como los tuvo él esa noche. Nathifa. Sus títeres. Los carceleros. Los presos. Zaide. La noche, el frío, las tormentas de arena. Y ahora, el sol, quemándole las escamas como si fuera un simple pescado puesto a la parrilla.
En algún punto del atardecer se sintió tentado a dejar el cadáver de Zaide y mandarlo todo a la mierda. ¿Pero le creerían sus hermanos Dragones que lo había logrado si no les daba una prueba absoluta e irrefutable?
No. No Ryu, al menos.
Eso traía la imperiosa necesidad de no sólo encontrar refugio en aquél naufragio ventoso, sino también de encontrar la manera de esconder lo que llevaba a la espalda. Quizás colase para algunos que pudiera tratarse de una de esas marionetas envueltas que usan los usuarios del arte kugutsu, pero para otros tantos...
No tenía más remedio que seguir hacia el este. En algún momento tendría que encontrar algo. O a alguien.
En algún punto del atardecer se sintió tentado a dejar el cadáver de Zaide y mandarlo todo a la mierda. ¿Pero le creerían sus hermanos Dragones que lo había logrado si no les daba una prueba absoluta e irrefutable?
No. No Ryu, al menos.
Eso traía la imperiosa necesidad de no sólo encontrar refugio en aquél naufragio ventoso, sino también de encontrar la manera de esconder lo que llevaba a la espalda. Quizás colase para algunos que pudiera tratarse de una de esas marionetas envueltas que usan los usuarios del arte kugutsu, pero para otros tantos...
No tenía más remedio que seguir hacia el este. En algún momento tendría que encontrar algo. O a alguien.