10/09/2019, 02:26
Los días pasaron. Las noches también. Lo único constante era el cansancio de Kaido, que parecía hacer mella cada vez más.
Y era tan así, que incluso una jodida águila de mierda se había atrevido a picotearle la cara. ¡Y a robarle a su botín!
—Oh, no, hija de puta. Tú a mí no me vas a joder. ¡Ven aquí, ven aquí! —y corrió detrás de ella como alma que lleva al diablo.
Y era tan así, que incluso una jodida águila de mierda se había atrevido a picotearle la cara. ¡Y a robarle a su botín!
—Oh, no, hija de puta. Tú a mí no me vas a joder. ¡Ven aquí, ven aquí! —y corrió detrás de ella como alma que lleva al diablo.