10/09/2019, 03:37
Si no carcajeó allí abajo tras escuchar aquél intercambio de anécdotas humanas entre orcas, fue porque iba a mandar toda la misión a la mierda. No dejaba de ser innegable, no obstante, lo surrealista de la situación que se suscitaba frente a sus ojos. Todo allí abajo lo venía siendo hasta ahora de hecho.
Y como si no fuera lo suficientemente surreal, ahora iba él a hacer la de carnada. ¿No te jode, no?
«venga, vamos allá» —se dijo, porque un tiburón nunca nadaba hacia atrás.
Con la mayor sutileza posible, el Umikiba nadó al ras del suelo y ascendió solo cuando sintió que era totalmente necesario. Al ascender, lo hizo en un nado sincronizado sin movimientos bruscos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que le descubriesen, puso la máquina a funcionar: sí, la lengua, esa lengua suya, mordaz y mortífera.
—Eh, pst, pssst —les susurró, en voz baja—. eh, ustedes, par de idiotas. ¡Eh, coño, aquí! ¿o es que con esas jodidas gafas sigues sin ver una mierda?
Y como si no fuera lo suficientemente surreal, ahora iba él a hacer la de carnada. ¿No te jode, no?
«venga, vamos allá» —se dijo, porque un tiburón nunca nadaba hacia atrás.
Con la mayor sutileza posible, el Umikiba nadó al ras del suelo y ascendió solo cuando sintió que era totalmente necesario. Al ascender, lo hizo en un nado sincronizado sin movimientos bruscos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que le descubriesen, puso la máquina a funcionar: sí, la lengua, esa lengua suya, mordaz y mortífera.
—Eh, pst, pssst —les susurró, en voz baja—. eh, ustedes, par de idiotas. ¡Eh, coño, aquí! ¿o es que con esas jodidas gafas sigues sin ver una mierda?