11/09/2019, 00:05
(Última modificación: 12/09/2019, 16:17 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
La tarde era lluviosa. Nada que le molestara en absoluto. Después de tantos años entrenando con su padre bajo la misma, había desarrollado la capacidad de poder ignorarla casi completamente. Sin embargo, no se sentía muy a gusto entrenando fuera hasta tan tarde en aquella tierra que, desde luego, no era la suya. El viaje había sido sencillo y no hubo contratiempos en un principio. Seguramente su padre se enfadaría bastante si descubría que había salido de la aldea, pero francamente, necesitaba un tiempo para estar solo.
No se detuvo demasiado a fijarse en la ciudad. Parecía tener un diseño clásico, nada que ver con el avance tecnológico al que estaba acostumbrado en su aldea. Sin embargo, al ser esto algo relativamente nuevo y que en su propia casa no era demasiado importante, no le importaba lo mas mínimo el hecho de que faltasen esas cosas. No había gozado nunca de grandes comodidades ni de cosas por el estilo. A lo lejos, vio una taberna. Quizás no fuese el lugar más adecuado para tomar un té, pero era lo que había. Dando lentos pasos se acercó hasta la puerta y la abrió despacio para mirar en su interior.
Al parecer, era una taberna al uso. Muchos hombres bebiendo cerveza, brindando y riendo. Algunos parecían bastante pasados ya, mientras que otros parecían recién llegados y pedían sus primeras consumiciones. El alcohol siempre le había parecido una sustancia perjudicial para el cuerpo ya que atrofiaba temporalmente sus sentidos y reflejos. Algo que, seguramente, nunca tomaría. Como las normas sociales de beber en compañía le importaban mas bien poco, no estaba preocupado por lo que otros fueran a pensar de alguien totalmente abstemio como él. Entró a la sala y se escurrió el pelo en el suelo, para luego volvérselo a atar mientras miraba de nuevo la situación. Parecía que todas las mesas estaban ocupadas por varias personas que tomaban cerveza, pero había una que estaba ocupada por un solo hombre. Alguien de cabello negro y una horrible quemadura en la mitad de su cara. Algo que le llamó bastante la atención, pero no se detuvo demasiado tiempo a mirarlo. Pasó por delante de él efímeramente, caminando con calma y sus brazos colgando de sus hombros, los cuales se movían levemente por el balanceo de cada paso que daba.
-Un té, por favor -Le dijo al tabernero mientras le miraba de forma fría y distante desde detrás de la barra. El tabernero, sorprendido por lo que había pedido, se encogió de hombros y se puso en marcha, entre los gritos de los otros hombres que bebían junto a él. El cual se mostraba inmóvil y absorto en sus pensamientos. Durante unos instantes, una vez tuvo su taza de té delante, se paró a mirar al hombre que estaba sentado sólo en la mesa, buscando algún tipo de bandana identificativa de alguna aldea, pues no parecía alguien corriente y sospechaba que podría ser un shinobi como él, pero al no verla, simplemente tocó la suya, la cual estaba colgada del cuello.
No se detuvo demasiado a fijarse en la ciudad. Parecía tener un diseño clásico, nada que ver con el avance tecnológico al que estaba acostumbrado en su aldea. Sin embargo, al ser esto algo relativamente nuevo y que en su propia casa no era demasiado importante, no le importaba lo mas mínimo el hecho de que faltasen esas cosas. No había gozado nunca de grandes comodidades ni de cosas por el estilo. A lo lejos, vio una taberna. Quizás no fuese el lugar más adecuado para tomar un té, pero era lo que había. Dando lentos pasos se acercó hasta la puerta y la abrió despacio para mirar en su interior.
Al parecer, era una taberna al uso. Muchos hombres bebiendo cerveza, brindando y riendo. Algunos parecían bastante pasados ya, mientras que otros parecían recién llegados y pedían sus primeras consumiciones. El alcohol siempre le había parecido una sustancia perjudicial para el cuerpo ya que atrofiaba temporalmente sus sentidos y reflejos. Algo que, seguramente, nunca tomaría. Como las normas sociales de beber en compañía le importaban mas bien poco, no estaba preocupado por lo que otros fueran a pensar de alguien totalmente abstemio como él. Entró a la sala y se escurrió el pelo en el suelo, para luego volvérselo a atar mientras miraba de nuevo la situación. Parecía que todas las mesas estaban ocupadas por varias personas que tomaban cerveza, pero había una que estaba ocupada por un solo hombre. Alguien de cabello negro y una horrible quemadura en la mitad de su cara. Algo que le llamó bastante la atención, pero no se detuvo demasiado tiempo a mirarlo. Pasó por delante de él efímeramente, caminando con calma y sus brazos colgando de sus hombros, los cuales se movían levemente por el balanceo de cada paso que daba.
-Un té, por favor -Le dijo al tabernero mientras le miraba de forma fría y distante desde detrás de la barra. El tabernero, sorprendido por lo que había pedido, se encogió de hombros y se puso en marcha, entre los gritos de los otros hombres que bebían junto a él. El cual se mostraba inmóvil y absorto en sus pensamientos. Durante unos instantes, una vez tuvo su taza de té delante, se paró a mirar al hombre que estaba sentado sólo en la mesa, buscando algún tipo de bandana identificativa de alguna aldea, pues no parecía alguien corriente y sospechaba que podría ser un shinobi como él, pero al no verla, simplemente tocó la suya, la cual estaba colgada del cuello.