11/09/2019, 10:17
(Última modificación: 11/09/2019, 10:17 por Uchiha Akame.)
Cuando la portezuela de aquel bar se abrió por segunda vez, quien hizo acto de presencia atrajo más de una mirada, y por diversas razones. Algunos de los parroquianos —los que no estaban lo suficientemente borrachos como para darse cuenta de que alguien acababa de entrar en el local— le dedicaron algunas miradas de circunstancia al advertir el protector ninja que llevaba atado alrededor del cuello. Por aquellos lares era de suponer que más de un habitual, y más de dos, se jugaban los cuartos en negocios de poco lustre... Y aunque los shinobi no tenían competencia alguna respecto de eso —que quedaba en manos de la policía y guardia de cada país—, para un plebeyo de la periferia de Notsuba, cualquier distintivo de autoridad se veía de la misma forma. Incluso Kuma, silencioso y firme como una escultura de piedra, le dedicó una mirada algo extraña al muchacho.
«Vaya vaya, así que un shinobi de Ame...», se dijo Akame. Seguidamente lo observó con curiosidad mientras el ninja se dirigía a la barra; era un chaval algo mayor que él, que vestía con cierta sobriedad y parecía haber pasado una buena temporada sin comer. El Uchiha trató en vano de buscar otros distintivos que le acreditaran un rango mayor al tipo, pero no los encontró. «¿Será genin, entonces?» Mientras, el chico se había acercado a la barra a pedir un té, cosa que arrancó algunas risotadas poco discretas a uno de los parroquianos que estaba a su lado, sentado en un taburete alto, mientras se bajaba una jarra de cerveza negra.
—¡Por las tetas de la Doncella Celestial! ¿Un té, rapaz? —le recriminó, burlón—. Anda, déjate de mariconadas y pídete una cerveza en condiciones, joder. ¿O es que los shinobi —pareció escupir aquella palabra— no sabéis beber?
Sus palabaras gozaron de buena recepción entre los demás parroquianos que atendían a la escena, los cuales dieron su aprobación en forma de risillas, asentimientos con la cabeza y palabrotas murmuradas. Kuma, el tabernero, se mantuvo impretérrito mirando al joven ninja.
—¿Qué va a ser? —preguntó, lacónico.
Akame, desde su mesa, observaba con interés la escena.
«Vaya vaya, así que un shinobi de Ame...», se dijo Akame. Seguidamente lo observó con curiosidad mientras el ninja se dirigía a la barra; era un chaval algo mayor que él, que vestía con cierta sobriedad y parecía haber pasado una buena temporada sin comer. El Uchiha trató en vano de buscar otros distintivos que le acreditaran un rango mayor al tipo, pero no los encontró. «¿Será genin, entonces?» Mientras, el chico se había acercado a la barra a pedir un té, cosa que arrancó algunas risotadas poco discretas a uno de los parroquianos que estaba a su lado, sentado en un taburete alto, mientras se bajaba una jarra de cerveza negra.
—¡Por las tetas de la Doncella Celestial! ¿Un té, rapaz? —le recriminó, burlón—. Anda, déjate de mariconadas y pídete una cerveza en condiciones, joder. ¿O es que los shinobi —pareció escupir aquella palabra— no sabéis beber?
Sus palabaras gozaron de buena recepción entre los demás parroquianos que atendían a la escena, los cuales dieron su aprobación en forma de risillas, asentimientos con la cabeza y palabrotas murmuradas. Kuma, el tabernero, se mantuvo impretérrito mirando al joven ninja.
—¿Qué va a ser? —preguntó, lacónico.
Akame, desde su mesa, observaba con interés la escena.