Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#11
Akame fingió —no demasiado bien— una leve mueca de decepción cuando el shinobi de Ame admitió no tener ni idea de quién era ese ninja tan buscado en Tsuchi no Kuni. Tomó un sorbo de su té y escuchó con atención las palabras del amejin, con cierta sorpresa cuando éste se ofreció a colaborar en la cacería a cambio de una parte del premio. Una sonrisa lobuna se dibujó en su rostro al tiempo que estrechaba la mano de Kisame, sellando así su particular alianza.

Me dicen Karasu —de forma similar a la mano del amejin, la de Akame también era delgada y huesuda, pero de piel mucho más áspera y curtida—. Y puedes darlo por hecho. He conocido a criminales que se ocultan en este país, pero ninguno que se haya atrevido a tanto como a colaborar en una rebelión contra el Daimyō. Sin duda ese tal Guuzen es una pieza de caza mayor.

Ante la propuesta de Kisame, el Uchiha asintió y se terminó el té de un tirón. Luego se puso en pie, recogiendo su kasa para colocárselo en la cabeza y, tras arrebujarse en su capa de viaje, salió al inclemente exterior. Fuera, la tormenta todavía arreciaba y la poca luz diurna que quedaba ya se extinguía tras los negros nubarrones. Al amparo de las sombras que comenzaban a tomar la ciudad por asalto, Akame esperó a que su acompañante saliera. Luego, comenzó a caminar calle abajo, en dirección paralela a las casas de la periferia de Notsuba. Ambos muchachos andarían bajo la lluvia durante unos minutos antes de que el Uchiha se detuviera frente a un local cuyo aspecto sugería que gozaba de dudosa reputación. Se trataba de una casucha de dos plantas, de muros desconchados y ventanales con algún que otro cristal roto. De la parte trasera emergía una columna de humo, azotada por la lluvia y el viento, producto de una modesta chimenea. De las ventanas de la planta baja emergía un tenue resplandor anaranjado. No había letrero alguno en la puerta, pero ésta estaba entornada, como invitando a los transeútes a entrar... Bajo su cuenta y riesgo. Akame ni siquiera miró al amejin antes de cruzar el umbral.

Se trataba de un local que ofrecía cierto cobijo a los parroquianos para empeñar su acero y habilidad en negocios de poco lustre. Era usado por los habituales de la zona para ofrecer o contratar estos servicios, o ajustar cuentas, o lo que se terciase. Nada más entrar, los dos muchachos podrían ver a un tipo de enorme complexión, que llevaba una pesada maza de hierro en las manos y les escudriñaba con la mirada. Akame sacó algunos billetes del bolsillo y pasó junto al gorila para dejarlos sobre una mesa de madera muy vieja y destartalada. Al otro lado de ésta, sentado sobre una silla aparentemente cómoda y ojeando una revista en cuya portada se podían ver varias mujeres ligeras de ropa, había otra persona. Al contrario que su compañero, era menudo y escuchimizado, con la nariz larga y morro que se asemejaba al de un roedor. Sin levantar apenas la vista de su noble lectura, el tipo le dedicó una mirada fugaz a los billetes que Akame le había puesto en las narices, y luego asintió.

Tercera puerta a la derecha. Quince minutos, y ni uno más.

El Uchiha asintió ligeramente, tocándose el kasa empapado con una mano, y enfiló el pasillo que se abría a la derecha de aquel peculiar recibidor. Cuando estuvo ante la tercera puerta a la derecha —tal y como el tipo con cara de rata le había indicado—, la abrió e ingresó en la habitación. Esta no era sino un cuchitril bastante pequeño y escaso de mobiliaro; apenas una cama con sábanas extremadamente sucias, una mesa y dos sillas componían la escena. Akame se volteó hacia su invitado, mientras se quitaba el kasa de paja y lo dejaba, goteando, sobre la mesa.

¿Querías privacidad? Aquí la tienes.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

¿Eres nuevo en el rol? ¡Echa un vistazo a mi Compendio de Buenas Prácticas!
1
Responder


Mensajes en este tema
RE: A río revuelto, ganancia de pescadores - por Uchiha Akame - 22/09/2019, 17:51


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.