23/09/2019, 12:45
«Menudo cuchitril, me cago en todo. Espero que este tío no se piense que le he traído aquí para llevármelo al huerto...»
Lo cierto era que el lugar podía dar pie a malinterpretaciones, pero por suerte para Akame, Kisame parecía bastante centrado en el asunto y no tenía ánimos de dejar volar la imaginación en indecorosas elucubraciones. Parecía, sin embargo, algo incómodo por la situación; y el Uchiha, como buen observador que era, no tardó en deducir que aquel muchacho no debía tener mucha experiencia de campo. Bien porque se trataba de un ninja de bajo rango a quien todavía las misiones de mancharse las manos le venían grandes, o bien porque su especialidad dentro del cuerpo de ninjas de Amegakure era otra más teórica. Sea como fuere, Akame decidió dejarle hablar y explayarse. Cuanta más información tuviera sobre su nuevo aliado, mejor.
—Kisame-san, ¿me tomaría tantas molestias si quisiera rajarte el cuello? —el Uchiha se encogió de hombros—. Entiendo que eres un ninja y estás acostumbrado a desconfiar de todos, pero te aseguro que yo no tengo nada que ganar jugándomela a pelear contra un shinobi, y mucho si trabajamos juntos. Nuevemil quinientos ryōs, concretamente, a repartir.
Las siguientes palabras del amejin hicieron sonreír, para sí, a Akame. «¡Me ha tocado la puta lotería! Un ninja rastreador, como Nabi... Excelente.»
—Por desgracia, no, no tengo ningún efecto personal de nuestro objetivo. Ni siquiera le he visto en persona, cuanto conozco de él es su retrato y su sobrenombre —Kisame podría notar en el tono de voz de Akame que algo no era totalmente cierto—. En cuanto a mí... No debes preocuparte. Soy un simple trabajador por cuenta propia, a mí me gusta definirme como un autónomo. Pongo mis habilidades y talentos al servicio que mejor me puede llenar la cartera, al fin y al cabo no dejo de ser un currante como tú.
Lo cierto era que el lugar podía dar pie a malinterpretaciones, pero por suerte para Akame, Kisame parecía bastante centrado en el asunto y no tenía ánimos de dejar volar la imaginación en indecorosas elucubraciones. Parecía, sin embargo, algo incómodo por la situación; y el Uchiha, como buen observador que era, no tardó en deducir que aquel muchacho no debía tener mucha experiencia de campo. Bien porque se trataba de un ninja de bajo rango a quien todavía las misiones de mancharse las manos le venían grandes, o bien porque su especialidad dentro del cuerpo de ninjas de Amegakure era otra más teórica. Sea como fuere, Akame decidió dejarle hablar y explayarse. Cuanta más información tuviera sobre su nuevo aliado, mejor.
—Kisame-san, ¿me tomaría tantas molestias si quisiera rajarte el cuello? —el Uchiha se encogió de hombros—. Entiendo que eres un ninja y estás acostumbrado a desconfiar de todos, pero te aseguro que yo no tengo nada que ganar jugándomela a pelear contra un shinobi, y mucho si trabajamos juntos. Nuevemil quinientos ryōs, concretamente, a repartir.
Las siguientes palabras del amejin hicieron sonreír, para sí, a Akame. «¡Me ha tocado la puta lotería! Un ninja rastreador, como Nabi... Excelente.»
—Por desgracia, no, no tengo ningún efecto personal de nuestro objetivo. Ni siquiera le he visto en persona, cuanto conozco de él es su retrato y su sobrenombre —Kisame podría notar en el tono de voz de Akame que algo no era totalmente cierto—. En cuanto a mí... No debes preocuparte. Soy un simple trabajador por cuenta propia, a mí me gusta definirme como un autónomo. Pongo mis habilidades y talentos al servicio que mejor me puede llenar la cartera, al fin y al cabo no dejo de ser un currante como tú.