25/09/2019, 22:26
(Última modificación: 26/09/2019, 02:40 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Cuando menos se lo esperaba, escuchó una voz a su espalda. Apenas tenía dudas de que sería Karasu, aun así, se volteó para verle ataviado con su kasa de paja y su capa de viaje. Francamente iba mejor preparado que él, pero formaba parte del aprendizaje. Ahora sabía que cuando se fuera de casa debería llevar algo que le protegiera un poco de la lluvia. En su tierra no le importaba ya que a lo sumo serían unas horas, pero en aquella situación podrían llegar a ser días completos.
Asintió ante la pregunta, sin decir nada más y se apresuró a caminar pareado a él para escuchar los planes de ruta que tenían. Le seguía el ritmo sin mayor dificultad, dando pasos ligeros para no salpicar demasiado en el barro. Estaba acostumbrado a aquel clima y no le suponía ninguna dificultad caminar con un temporal así. Estaba totalmente de acuerdo con lo que decía. La noche era el mejor momento para moverse siempre, o al menos era más tranquila y menos transitada. Kisame se encontraba tranquilo por la lluvia. En su tierra, la ausencia de ella era augurio de mala suerte, por lo que lo único que pensaba mientras caminaba con poca dificultad entre el barro y las piedras sueltas, era que la suerte les estaba sonriendo.
Pasado un tiempo, llegaron a un desfiladero. La tormenta arreciaba cada vez más y ahora sí que resultaba complicado moverse por aquel temporal. Quizás lo mejor sería resguardarse y esperar a que amainase un poco para continuar la marcha. Justo cuando estaba pensando eso, su compañero le hizo saber en voz alta exactamente lo mismo, por lo que, asintiendo ante sus palabras se dispuso a escudriñar los alrededores a ver si encontraba algo medianamente decente.
Mientras oteaba las cercanías, se le metió una gota bastante voluminosa en el ojo, haciéndole cerrarlo de golpe y restregárselo con fuerza moderada. Ante la penosa situación y para no quedar como un completo inútil, el pelinegro abrió sus piernas a la altura de sus hombros y comenzó a hacer sellos de forma aceptablemente diestra. Al finalizar, y tras morderse el pulgar izquierdo para hacerse sangre, dejó caer los hombros hacia adelante y puso la palma izquierda hacia abajo y la mano derecha sujetando el mismo antebrazo.
-Kuchiyose no Jutsu! -Dijo con decisión mirando hacia abajo. Una nube de polvo blanco inundó el lugar donde apuntaba con su palma. Tras ella había un mapache bastante grande y con tupido pelaje de color pardo con pintas blancas. Una voluminosa cola y dos grandes círculos negros alrededor de sus ojos -Ayúdame a buscar un sitio donde resguardarnos, por favor -Imperó con decisión.
El mapache se dispuso a correr desfiladero adelante con una velocidad poco común para un miembro de su especie. No tardó, sino un par de minutos en volver y dar un par de vueltas sobre si mismo. Señal inequívoca de que había encontrado algo.
-Vamos Karasu, tenemos un techo -Dijo con firmeza y decisión, que denotaba una confianza casi ciega en aquella criatura que había invocado.
Asintió ante la pregunta, sin decir nada más y se apresuró a caminar pareado a él para escuchar los planes de ruta que tenían. Le seguía el ritmo sin mayor dificultad, dando pasos ligeros para no salpicar demasiado en el barro. Estaba acostumbrado a aquel clima y no le suponía ninguna dificultad caminar con un temporal así. Estaba totalmente de acuerdo con lo que decía. La noche era el mejor momento para moverse siempre, o al menos era más tranquila y menos transitada. Kisame se encontraba tranquilo por la lluvia. En su tierra, la ausencia de ella era augurio de mala suerte, por lo que lo único que pensaba mientras caminaba con poca dificultad entre el barro y las piedras sueltas, era que la suerte les estaba sonriendo.
Pasado un tiempo, llegaron a un desfiladero. La tormenta arreciaba cada vez más y ahora sí que resultaba complicado moverse por aquel temporal. Quizás lo mejor sería resguardarse y esperar a que amainase un poco para continuar la marcha. Justo cuando estaba pensando eso, su compañero le hizo saber en voz alta exactamente lo mismo, por lo que, asintiendo ante sus palabras se dispuso a escudriñar los alrededores a ver si encontraba algo medianamente decente.
Mientras oteaba las cercanías, se le metió una gota bastante voluminosa en el ojo, haciéndole cerrarlo de golpe y restregárselo con fuerza moderada. Ante la penosa situación y para no quedar como un completo inútil, el pelinegro abrió sus piernas a la altura de sus hombros y comenzó a hacer sellos de forma aceptablemente diestra. Al finalizar, y tras morderse el pulgar izquierdo para hacerse sangre, dejó caer los hombros hacia adelante y puso la palma izquierda hacia abajo y la mano derecha sujetando el mismo antebrazo.
-Kuchiyose no Jutsu! -Dijo con decisión mirando hacia abajo. Una nube de polvo blanco inundó el lugar donde apuntaba con su palma. Tras ella había un mapache bastante grande y con tupido pelaje de color pardo con pintas blancas. Una voluminosa cola y dos grandes círculos negros alrededor de sus ojos -Ayúdame a buscar un sitio donde resguardarnos, por favor -Imperó con decisión.
El mapache se dispuso a correr desfiladero adelante con una velocidad poco común para un miembro de su especie. No tardó, sino un par de minutos en volver y dar un par de vueltas sobre si mismo. Señal inequívoca de que había encontrado algo.
-Vamos Karasu, tenemos un techo -Dijo con firmeza y decisión, que denotaba una confianza casi ciega en aquella criatura que había invocado.