27/09/2019, 00:25
El ruido ensordecedor era demasiado como para que Kazuma escuchase a su maestro, pero su rostro lucía un buen grado de emoción y un poco de nostalgia; pero aquello estaba bien.
El anunciador levanto la mano y señalo a hacia una estructura que yacía al otro extremo de la plaza y que habían alzado hace poco. Se trataba de un edificio con forma de caja y completamente blindado en placas de hierro negro.
—Ese tan solo es el cofre que encierra el verdadero tesoro —respondió a la perplejidad de algunos—. Hace algunas semanas cayo en el país del viento un meteorito que dejo en el desierto un cráter del tamaño de esta ciudad. Los restos de dicho objeto están hechos de un metal desconocido con propiedades extrañas, siendo que es tan sólido y arisco que no ha sido posible cortarlo y extraer una muestra para estudiarlo, ni siquiera con la ayuda de ninjas. Esta curiosidad celestial estaba bajo el cuidado de su descubridora, la maestra Takagaki Mirai; quien amablemente la ha cedido para que fuera el gran premio de esta competición, pese a que comercialmente se le considera in-va-lu-a-ble.
La sola mención de la última palabra enervo el ánimo de los presentes. ¿Cómo podría diferenciarse un herrero de todos cuantos le precedieron y vendrán? Pues ganando y poseyendo un fragmento metálico del cielo, acaso un trofeo de los dioses. De igual forma, logrando que se doblegara a su voluntad creadora y dándole una forma jamás antes vista y que jamás podría ser igualada. Incluso para aquellos que no creían en dios alguno y para quienes no les interesaba la posteridad, la sola idea de que fuese invaluable era sumamente persuasiva.
—Y aún hay más que saber, pero no han venido aquí a escucharme hablar, han venido a escuchar el ruido del metal contra el metal; no han venido aquí a verme, han venido a ver como arden las fraguas y vuelan la chispa… ¡Encienda el fuego y preparen los martillos, porque la competencia ha iniciado oficialmente!
Y con aquello se daba por iniciada la competencia, solo sería cuestión de acercarse a alguno de los muchos puestos de información para enterarse de en donde y a qué hora sería la primera prueba. Esta se desarrollaría en la gran herrería del norte, a primeras horas de la noche. Hasta ese momento no les habían indicado reglas en particular, pero de todas formas la herrería es no la clase de oficio en donde se pudieran valer de trampas.
¿Qué les esperaba en la primera prueba y quien sería el evaluador? Pregunta razonable para los aficionados, pregunta sin importancia para quienes se encaminaban hacia la victoria sin importar que o quien se pusiese en su camino.
Kazuma ya tenía compradas las entradas para todos los eventos, alegría que rebasaba ligeramente el dolor de pagar por ellas. Por suerte la posada le había salido buena y barata, gracias a la recomendación de un conocido. Mientras esperaba la hora de fuego, se entretenía hablando con Juro.
—Sensei, no entiendo, ¿Por qué es valiosa una roca que nadie puede usar?
El anunciador levanto la mano y señalo a hacia una estructura que yacía al otro extremo de la plaza y que habían alzado hace poco. Se trataba de un edificio con forma de caja y completamente blindado en placas de hierro negro.
—Ese tan solo es el cofre que encierra el verdadero tesoro —respondió a la perplejidad de algunos—. Hace algunas semanas cayo en el país del viento un meteorito que dejo en el desierto un cráter del tamaño de esta ciudad. Los restos de dicho objeto están hechos de un metal desconocido con propiedades extrañas, siendo que es tan sólido y arisco que no ha sido posible cortarlo y extraer una muestra para estudiarlo, ni siquiera con la ayuda de ninjas. Esta curiosidad celestial estaba bajo el cuidado de su descubridora, la maestra Takagaki Mirai; quien amablemente la ha cedido para que fuera el gran premio de esta competición, pese a que comercialmente se le considera in-va-lu-a-ble.
La sola mención de la última palabra enervo el ánimo de los presentes. ¿Cómo podría diferenciarse un herrero de todos cuantos le precedieron y vendrán? Pues ganando y poseyendo un fragmento metálico del cielo, acaso un trofeo de los dioses. De igual forma, logrando que se doblegara a su voluntad creadora y dándole una forma jamás antes vista y que jamás podría ser igualada. Incluso para aquellos que no creían en dios alguno y para quienes no les interesaba la posteridad, la sola idea de que fuese invaluable era sumamente persuasiva.
—Y aún hay más que saber, pero no han venido aquí a escucharme hablar, han venido a escuchar el ruido del metal contra el metal; no han venido aquí a verme, han venido a ver como arden las fraguas y vuelan la chispa… ¡Encienda el fuego y preparen los martillos, porque la competencia ha iniciado oficialmente!
Y con aquello se daba por iniciada la competencia, solo sería cuestión de acercarse a alguno de los muchos puestos de información para enterarse de en donde y a qué hora sería la primera prueba. Esta se desarrollaría en la gran herrería del norte, a primeras horas de la noche. Hasta ese momento no les habían indicado reglas en particular, pero de todas formas la herrería es no la clase de oficio en donde se pudieran valer de trampas.
¿Qué les esperaba en la primera prueba y quien sería el evaluador? Pregunta razonable para los aficionados, pregunta sin importancia para quienes se encaminaban hacia la victoria sin importar que o quien se pusiese en su camino.
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Kazuma ya tenía compradas las entradas para todos los eventos, alegría que rebasaba ligeramente el dolor de pagar por ellas. Por suerte la posada le había salido buena y barata, gracias a la recomendación de un conocido. Mientras esperaba la hora de fuego, se entretenía hablando con Juro.
—Sensei, no entiendo, ¿Por qué es valiosa una roca que nadie puede usar?
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)