1/10/2019, 15:12
—¡GROAAAAAR!
El enorme oso pardo rugió al ver cómo Kisame se movía de forma —para el animal— muy extraña, y avanzó para tenerlo a tiro de sus zarpas. Volvió a colocarse a dos patas exhibiendo todo su poderío físico, que no era poco, y alzó la zarpa derecha para destrozar literalmente a aquel advenedizo. ¿Qué genin podría soportar un sopapo de tamaña magnitud y potencia sin romperse como un muñeco de trapo? El muchacho tenía pocas opciones, pero en efecto, dio con una de ellas. Porque cuando apoyó las manos en el suelo, y el oso bajó su zarpa llena de afiladas garras, el propio suelo debajo de sus pies se resquebrajó con un crujido que parecía venir del mismísimo Yomi.
CRIEEEEK. BRRRRRRRRRRRRROOOOMMM!
Una grieta se abrió bajo las patas traseras del oso, como si la propia tierra estuviese buscando abrir sus fauces para engullirlo. El animal cayó sin remedio, desequilibrado y genuinamente confuso, para clavarse las afiladas esquirlas que aguardaban en el fondo. Sus chillidos de dolor retumbaron en la gruta mientras el mapache de Kisame se lanzaba también a la carga para atacarle la visión, y luego retirarse. El oso pardo, herido y muy asustado, se enfocó entonces en escalar con una agilidad inusitada aquella falla en miniatura y huir del lugar por el mismo sitio que había venido; las cavidades internas de aquella gruta.
—Cof, cof... Buen trabajo, chaval —Akame seguía tumbado sobre su espalda, y se palpaba la herida que tenía en el torso con ambas manos—. Condenado bicharraco, me ha enganchado bien.
La bestia había huído, y parecía que los muchachos estaban a salvo... Por el momento. Akame se abrió la yukata a la altura del pecho para dejar ver tres desgarrones que le atravesaban la piel, sangrando aunque no profusamente. El Uchiha palpó, apretando los dientes, para evaluar el alcance de la herida. «Es más aparatosa que grave, pero necesito desinfectarla, y rápido...» Con manos torpes trató de alcanzar su petate, pero estaba demasiado lejos.
—Pásame la mochila, ¿quieres? —le pidió al de Amegakure—. Meh, te debo una.
El enorme oso pardo rugió al ver cómo Kisame se movía de forma —para el animal— muy extraña, y avanzó para tenerlo a tiro de sus zarpas. Volvió a colocarse a dos patas exhibiendo todo su poderío físico, que no era poco, y alzó la zarpa derecha para destrozar literalmente a aquel advenedizo. ¿Qué genin podría soportar un sopapo de tamaña magnitud y potencia sin romperse como un muñeco de trapo? El muchacho tenía pocas opciones, pero en efecto, dio con una de ellas. Porque cuando apoyó las manos en el suelo, y el oso bajó su zarpa llena de afiladas garras, el propio suelo debajo de sus pies se resquebrajó con un crujido que parecía venir del mismísimo Yomi.
CRIEEEEK. BRRRRRRRRRRRRROOOOMMM!
Una grieta se abrió bajo las patas traseras del oso, como si la propia tierra estuviese buscando abrir sus fauces para engullirlo. El animal cayó sin remedio, desequilibrado y genuinamente confuso, para clavarse las afiladas esquirlas que aguardaban en el fondo. Sus chillidos de dolor retumbaron en la gruta mientras el mapache de Kisame se lanzaba también a la carga para atacarle la visión, y luego retirarse. El oso pardo, herido y muy asustado, se enfocó entonces en escalar con una agilidad inusitada aquella falla en miniatura y huir del lugar por el mismo sitio que había venido; las cavidades internas de aquella gruta.
—Cof, cof... Buen trabajo, chaval —Akame seguía tumbado sobre su espalda, y se palpaba la herida que tenía en el torso con ambas manos—. Condenado bicharraco, me ha enganchado bien.
La bestia había huído, y parecía que los muchachos estaban a salvo... Por el momento. Akame se abrió la yukata a la altura del pecho para dejar ver tres desgarrones que le atravesaban la piel, sangrando aunque no profusamente. El Uchiha palpó, apretando los dientes, para evaluar el alcance de la herida. «Es más aparatosa que grave, pero necesito desinfectarla, y rápido...» Con manos torpes trató de alcanzar su petate, pero estaba demasiado lejos.
—Pásame la mochila, ¿quieres? —le pidió al de Amegakure—. Meh, te debo una.