1/10/2019, 23:14
Mientras el oso escapaba, Kisame preparaba otro sello del jabalí nuevamente por si se diera la vuelta, aunque no creía que lo hiciera, quería asegurarse de que no lo haría con certeza. Tras unos instantes mirando a la oscuridad, se volvió a socorrer a su compañero, el cual debía de estar herido a judgar por el zarpazo que se había llevado de aquella bestia.
-Hubiera estado mejor si hubiera podido defenderte, no nos conviene que estés herido -Comentó observando su herida, mientras se acercaba a por la mochila del renegado una vez se la pidió -Recordaré eso, aunque si no hubiera hecho nada me habría alcanzado a mí también, y yo no estoy seguro de poder aguantarlo -Añadió mientras le ayudaba a sacar lo que quiera que fuese a sacar de su zurrón para que no se moviera demasiado, pues estaba sangrando bastante por el corte.
Una vez lo tuvo todo controlado, el amejin ordenó al mapache que vigilara la cueva por si volvía y que les avisara si le olía cerca, simplemente con un gesto en su nariz y señalando hacia la cueva. Pareciera que, a pesar de su poca experiencia, la conexión con aquel animal fuese bastante profunda y la relación hubiera sido fruto de muchos años, pues no había que ser muy observador para darse cuenta de que ambos se entendían a la perfección, casi como un Inuzuka y su perro.
-Karasu, qué era ese brillo en tus ojos? Parecían los ojos de un shinigami, ese color rojizo y ese brillo... Nunca antes lo había visto -Comentó mirándole a los ojos, agachado frente a él.
-Hubiera estado mejor si hubiera podido defenderte, no nos conviene que estés herido -Comentó observando su herida, mientras se acercaba a por la mochila del renegado una vez se la pidió -Recordaré eso, aunque si no hubiera hecho nada me habría alcanzado a mí también, y yo no estoy seguro de poder aguantarlo -Añadió mientras le ayudaba a sacar lo que quiera que fuese a sacar de su zurrón para que no se moviera demasiado, pues estaba sangrando bastante por el corte.
Una vez lo tuvo todo controlado, el amejin ordenó al mapache que vigilara la cueva por si volvía y que les avisara si le olía cerca, simplemente con un gesto en su nariz y señalando hacia la cueva. Pareciera que, a pesar de su poca experiencia, la conexión con aquel animal fuese bastante profunda y la relación hubiera sido fruto de muchos años, pues no había que ser muy observador para darse cuenta de que ambos se entendían a la perfección, casi como un Inuzuka y su perro.
-Karasu, qué era ese brillo en tus ojos? Parecían los ojos de un shinigami, ese color rojizo y ese brillo... Nunca antes lo había visto -Comentó mirándole a los ojos, agachado frente a él.