2/10/2019, 17:52
Akame apenas le dedicó una mirada complacida a Money y a Zaide cuando éstos tomaron asiento a sus respectivos lados, como si él fuese el patrón y ellos los invitados. Desde luego, al joven prófugo de Uzu le agradaba en extremo tener a aquellos dos cerca, a la mano como se podría decir. El primero, porque sus cadenas de oro eran tan brillantes como su ingenio; y porque para cualquier criminal era sabio tener buenas relaciones con quien te dispensaba los billetes. Money era el jodido corazón de Dragón Rojo, un tipo sin el cual la organización no se había comido ni un torrao. Él mismo lo decía. Y el otro, Zaide "El que no se muere", por lo obvio. Era Uchiha, era poderoso, y era inteligente. Un aliado útil en el mejor de los casos y un enemigo letal en el peor. En cualquiera de los dos escenarios, convenía tenerle bien cerca. Al Uchiha tampoco le pasó desapercibido cómo Ryu se apresuraba a sentar a Kaido a su vera. «¿Te ha costado poco enterrar el hacha de guerra para empuñar otra, eh?»
Así, con las piezas sobre el tablero, daba comienzo La Gran Reunión. Y Akame estaba nervioso y —por primera vez en mucho tiempo— excitado a partes iguales. El Uchiha se limitó a escuchar en los primeros compases, hasta que una de aquellas figuras espectrales —por la voz dedujo que no era la Anciana— habló sobre cierto "plan", en respuesta a Ryu. «Hmpf, parece bastante prioritario para el Gran Dragón», se dijo Akame. Cuando iba a preguntar sobre los detalles, Zaide hizo lo propio, de forma que el joven renegado se limitó a apurar su cigarrillo y luego apagarlo en la frente de la cabeza de dragón tallada en madera que tenía justo delante.
Así, con las piezas sobre el tablero, daba comienzo La Gran Reunión. Y Akame estaba nervioso y —por primera vez en mucho tiempo— excitado a partes iguales. El Uchiha se limitó a escuchar en los primeros compases, hasta que una de aquellas figuras espectrales —por la voz dedujo que no era la Anciana— habló sobre cierto "plan", en respuesta a Ryu. «Hmpf, parece bastante prioritario para el Gran Dragón», se dijo Akame. Cuando iba a preguntar sobre los detalles, Zaide hizo lo propio, de forma que el joven renegado se limitó a apurar su cigarrillo y luego apagarlo en la frente de la cabeza de dragón tallada en madera que tenía justo delante.