3/10/2019, 00:39
(Última modificación: 3/10/2019, 00:57 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
Congregados como un séquito de maleantes, exiliados y asesinos; los miembros de la organización Dragón Rojo tomaron sus respectivos lugares en la monumental mesa grabada, donde cada posición tenía, frente a sí, una cabeza de dragón, y que simulaba a un Yamata no Orochi. Como comenté ya antes, Umikiba Kaido —quien ya no era el nuevo del grupo, visto los acontecimientos de las últimas horas—. había tenido la dicha de participar ya en una de estas reuniones en donde el grupo discutía los asuntos más importantes y decidían los cursos de acción en conjunto, con voz y voto de cada uno de sus miembros. Así fue que decidieron —por dar un ejemplo palpable de cómo transcurrían estas reuniones—. que Kaido tenía luz verde para ir a cazar a Zaide allá en la Prisión del Yermo.
Encargo que no había salido del todo bien, teniendo en cuenta que ahora Kaido tenía que ocupar un asiento en la mesa al lado del veterano Uchiha que le había pintado la cara como nunca antes nadie lo había logrado.
No obstante, antes de poder sentarse siquiera; Ryū llamó la atención del gyojin.
—Kaido. Deberías sentarte aquí. Tú sitio lo ganaste al matar a Muñeca, y no a Katame —acotó la efigie de ébano, y el Umikiba no tuvo más remedio que asentir. Supuso que ocupar el puesto correcto formaba parte de la tradición, y si efectivamente, uno tenía que ocupar la silla de aquél que vino antes de uno, pues el de Masumi era su sitio predilecto. Kaido se pegó la vuelta a la mesa, tomó asiento, y se convirtió de pronto en un espectador de la Gran Reunión.
Miró, uno a uno, a todos los Dragones. Akame, Zaide, Otohime, Money. Luego los hologramas de Kyūtsuki —miembro al que Kaido consideraba como la más importante de todos, por razones que serán desveladas en su oportuno momento—. y la Anciana, quien por cierto fue la primera en tomar la palabra. Como una de las más antiguas, sino la más; instó a que se comportasen durante el transcurso de la reunión y enfatizó la importancia de los temas a tratar, siendo el contador de la organización quien vislumbró uno de los granos en el culo más recientes. Las Trillizas de la tormenta «¿y esas quiénes son?» parecían haber ofendido a alguien, y Kaido no tenía la más mínima idea de que todo aquello había asomado la cabeza mientras él se encontraba librando una guerra en lo más profundo del océano.
Ryū no tardó en barrer el tema como si no fuese tan importante y llamó, finalmente, a hablar de lo que Kaido tenía más interés. El País del Agua, y...
—Imperfecto —respondió Kyūtsuki—. Probablemente nunca esté mejor de lo que ya está. No puedo acercarme más sin ser descubierta.
Zaide miró a Kyūtsuki, luego a Akame, y luego otra vez a Kyūtsuki.
—A ver, para que los novatos se enteren. De qué cojones estamos hablando, ¿huh?
Kaido aguardó severos segundos, y cuando nadie cogió la batuta, se permitió tomar la palabra.
—Kyūtsuki-san lleva aproximadamente un año infiltrada en la ciudad portuaria de Kasukami, con el objetivo de investigar y conocer a detalle a nuestro querido Señor Feudal. Sus andadas, sus secretos. Su comportamiento. Su forma de ser. De cómo se maneja en la intimidad, tras los ochocientos muros que componen su castillo. Todo esto, desde luego, con el fin de... asesinarlo. Asesinarlo y tomar su lugar. ¿Que cómo tomaremos su lugar? pues... Kyūtsuki goza de una habilidad especial que le permite tomar la forma de otra persona si consume así sea una pequeña porción de su piel. La idea sería que al suplantar al Señor Feudal, podamos manejar los intereses de todo el País del Agua desde adentro. Ganar todo el control, y sin que nadie sospeche que Dragón Rojo es quien está manejando los hilos.
Encargo que no había salido del todo bien, teniendo en cuenta que ahora Kaido tenía que ocupar un asiento en la mesa al lado del veterano Uchiha que le había pintado la cara como nunca antes nadie lo había logrado.
No obstante, antes de poder sentarse siquiera; Ryū llamó la atención del gyojin.
—Kaido. Deberías sentarte aquí. Tú sitio lo ganaste al matar a Muñeca, y no a Katame —acotó la efigie de ébano, y el Umikiba no tuvo más remedio que asentir. Supuso que ocupar el puesto correcto formaba parte de la tradición, y si efectivamente, uno tenía que ocupar la silla de aquél que vino antes de uno, pues el de Masumi era su sitio predilecto. Kaido se pegó la vuelta a la mesa, tomó asiento, y se convirtió de pronto en un espectador de la Gran Reunión.
Miró, uno a uno, a todos los Dragones. Akame, Zaide, Otohime, Money. Luego los hologramas de Kyūtsuki —miembro al que Kaido consideraba como la más importante de todos, por razones que serán desveladas en su oportuno momento—. y la Anciana, quien por cierto fue la primera en tomar la palabra. Como una de las más antiguas, sino la más; instó a que se comportasen durante el transcurso de la reunión y enfatizó la importancia de los temas a tratar, siendo el contador de la organización quien vislumbró uno de los granos en el culo más recientes. Las Trillizas de la tormenta «¿y esas quiénes son?» parecían haber ofendido a alguien, y Kaido no tenía la más mínima idea de que todo aquello había asomado la cabeza mientras él se encontraba librando una guerra en lo más profundo del océano.
Ryū no tardó en barrer el tema como si no fuese tan importante y llamó, finalmente, a hablar de lo que Kaido tenía más interés. El País del Agua, y...
—Imperfecto —respondió Kyūtsuki—. Probablemente nunca esté mejor de lo que ya está. No puedo acercarme más sin ser descubierta.
Zaide miró a Kyūtsuki, luego a Akame, y luego otra vez a Kyūtsuki.
—A ver, para que los novatos se enteren. De qué cojones estamos hablando, ¿huh?
Kaido aguardó severos segundos, y cuando nadie cogió la batuta, se permitió tomar la palabra.
—Kyūtsuki-san lleva aproximadamente un año infiltrada en la ciudad portuaria de Kasukami, con el objetivo de investigar y conocer a detalle a nuestro querido Señor Feudal. Sus andadas, sus secretos. Su comportamiento. Su forma de ser. De cómo se maneja en la intimidad, tras los ochocientos muros que componen su castillo. Todo esto, desde luego, con el fin de... asesinarlo. Asesinarlo y tomar su lugar. ¿Que cómo tomaremos su lugar? pues... Kyūtsuki goza de una habilidad especial que le permite tomar la forma de otra persona si consume así sea una pequeña porción de su piel. La idea sería que al suplantar al Señor Feudal, podamos manejar los intereses de todo el País del Agua desde adentro. Ganar todo el control, y sin que nadie sospeche que Dragón Rojo es quien está manejando los hilos.